El avance del crédito en Argentina está siendo el gran sostén del consumo para una parte importante de la población que antes no tenía ni volumen ni acceso al mismo.
De acuerdo a un informe de Focus Market en base a un relevamiento sobre el nivel de endeudamiento de los hogares argentinos, diferenciando entre deuda bancaria y no bancaria en el cual se encuestaron 2.850 hogares y se utilizaron datos complementarios de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del cuarto trimestre de 2024, junto con estadísticas del Banco Central de la República Argentina (BCRA) se pueden sacar algunas conclusiones.
Uno de los principales hallazgos es el cambio en el patrón de financiamiento. Mientras que en 2023 el 41,3% de los hogares tenía deuda bancaria y el 82,6% algún tipo de deuda no bancaria, en 2025 esos valores se ubicaron en 47,9% y 61,6%, respectivamente. Esto implica una caída de más de 20 puntos porcentuales en el endeudamiento informal y un aumento de más de 6 puntos en el acceso al crédito formal. La tendencia se da en un contexto de mayor estabilidad macroeconómica y expansión sostenida del crédito.
Hay una caida de más de 20 puntos porcentuales en el endeudamiento informal
El informe mensual del Banco Central correspondiente a mayo de 2025 indica que los préstamos en pesos al sector privado crecieron $3,7 billones ese mes, con un aumento real del 2,7% mensual. Desde enero de 2024, el crédito en pesos acumula una suba real del 135%, con 14 meses consecutivos de expansión. En relación al Producto Interno Bruto (PIB), el crédito alcanzó en mayo el 8,6%, superando el 5,2% registrado a fines de 2023. Se estima que hacia fin de año alcance el 10% del PIB, consolidando un proceso de reactivación de la oferta y demanda de crédito en Argentina.
Este crecimiento del endeudamiento formal se explica tanto por factores macroeconómicos como por medidas concretas de política económica. La desaceleración inflacionaria y una mayor previsibilidad económica mejoraron la confianza de los hogares y del sistema financiero. A esto se sumaron cambios regulatorios que facilitaron el acceso al crédito: se incrementaron los límites de financiación con tarjeta, se flexibilizaron las condiciones para préstamos personales y se ampliaron los topes de ingresos y facturación del monotributo. Esta última medida permitió a una gran parte de la población calificar para productos financieros que antes les estaban vedados.
Pero el crecimiento no se explica solo por el mayor acceso, sino también por los montos involucrados. El stock de deuda bancaria asciende hoy a $22,8 billones, con un promedio de $4.660.549 por hogar endeudado, equivalentes a 2,78 salarios promedio del sector registrado (RIPTE). En 2023, el promedio era de apenas $377.664, o 1,43 salarios promedio. La deuda bancaria incluye préstamos personales, tarjetas de crédito, préstamos hipotecarios, prendarios y adelantos bancarios, reflejando un uso más intensivo del crédito por parte de los hogares.
Cerca del 48% de los hogares argentinos tiene deuda bancaria
Para estimar los hogares con deuda bancaria, se combinaron datos del BCRA y la EPH. El Banco Central informa que 20,3 millones de adultos tienen financiamiento con el sistema financiero ampliado (SFA), lo que representa el 56,6% de la población adulta. De ellos, 13,7 millones están endeudados con entidades financieras (EEFF) y 10,9 millones con entidades no financieras (PNFC), con 5,6 millones de personas que tienen deuda en ambos sistemas. Estimando un promedio de dos adultos por hogar, se concluye que cerca del 48% de los hogares argentinos tiene deuda bancaria.
Crecen los créditos hipotecarios y prendarios
El stock promedio se calculó a partir de saldos de tarjeta de crédito ($1.372.000) y préstamos personales ($1.750.000), además de líneas como adelantos, créditos hipotecarios y prendarios, todos en expansión. Por ejemplo, los créditos hipotecarios UVA crecieron un 13,9% real mensual en mayo, con una suba interanual del 269,6%. Los préstamos prendarios aumentaron 5,8% mensual y 167,1% interanual.
Las financiaciones con tarjeta, en tanto, crecieron 3% mensual (75,8% interanual), y los préstamos personales, 4,4% mensual (236% interanual).
La deuda no bancaria suma $6,35 billones, con un stock promedio de $1.010.420 por hogar
Por otro lado, la deuda no bancaria suma $6,35 billones, con un stock promedio de $1.010.420 por hogar. Esta categoría incluye el no pago de servicios públicos, impuestos, cuotas educativas, expensas, compras fiadas o préstamos informales.
La mayor parte de esta deuda está concentrada en préstamos personales informales, que representan el 36,8% del total, con un stock promedio de $1.860.913 por hogar. Le siguen los préstamos de familiares o amigos (35,4%), y el no pago de impuestos (17,9 por ciento).
La mayor parte de la deuda no bancaria está concentrada en préstamos personales informales
Importante caída de las deudas por compras fiadas en comercios
En comparación con 2023, se ve una transformación clara. Las deudas por compras fiadas en comercios pasaron de representar el 23,2% de la deuda no bancaria al 3% actual. El no pago de cuotas educativas cayó del 6,7% al 0,7%, y el no pago de servicios bajó del 3,8% al 2,3%. Esta caída en las formas más precarias de financiamiento sugiere un proceso de formalización. Muchas familias que antes quedaban fuera del sistema bancario hoy logran acceder, lo que implica mejores tasas, condiciones más claras y mayor protección legal.
El crecimiento del crédito formal refleja tanto una mayor inclusión financiera como un cambio estructural en las estrategias de financiamiento de los hogares. El sistema bancario está recuperando protagonismo, apoyado en un contexto macro más estable y una oferta crediticia más accesible.
Sin embargo, este proceso también impone desafíos. El acceso más amplio al crédito puede derivar en situaciones de sobreendeudamiento si no se acompaña con educación financiera, regulación adecuada y monitoreo prudencial. La sostenibilidad de esta transición dependerá de políticas activas que fortalezcan la transparencia, la información al consumidor y la estabilidad del sistema.
En definitiva, la evolución del endeudamiento en la Argentina no debe leerse solo en términos cuantitativos, sino como un reflejo de una transformación más profunda: la consolidación de un sistema financiero que comienza a integrar a sectores históricamente excluidos, abriendo la puerta a un desarrollo más inclusivo y sostenible.