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Alegría en los mercados y llanto en la actividad: las dos caras del ajuste de Milei se hacen más evidentes

La tasa de riesgo país quebró el piso de los 1.000 puntos y marcó otro hito de un octubre inolvidable en materia financiera.

El riesgo país en 967 puntos básicos, el dólar blue en $1.225 y la brecha cambiaria en 18,5% son tres datos de la fotografía de un octubre financiero que quedará en la memoria de los inversores.

La trepada de los bonos globales desde mediados de agosto es pronunciada y, tal vez, el resultado más destacado y sorpresivo (incluso para funcionarios del Banco Central) es que la entidad monetaria lleve comprados en el mes más de US$ 1.000 millones.

Estacionalmente, octubre no suele ser un buen mes para las compras de divisas del BCRA, pero en esta oportunidad confluyeron tres elementos que lo podrían llegar a explicar.

La baja de la tasa de interés de referencia en EE.UU. (cedió medio punto hasta 4,75% anual) cambió el clima financiero para los emergentes y la Argentina no quedó al margen.

El resultado del blanqueo que generó depósitos en los bancos por casi US$ 13.000 millones, superando las expectativas (dentro y fuera del Gobierno se especulaba con que serían entre US$ 3.000 y US$ 4.000 millones) ayudó a aumentar el volumen de préstamos en dólares que, en el último mes, subió en US$ 800 millones.

Así, la «ventana financiera» que se abrió en septiembre derramó sobre octubre una lluvia de dólares que buscaron refugio en las colocaciones de Obligaciones Negociables de empresas privadas.

Las colocaciones de ON de las empresas llegan a US$ 2.400 millones, con tasas que van desde 4,97% hasta cerca de 10% anual.

El Central compra US$ 1.000 millones, crece el crédito en los bancos, las compañías privadas consiguen financiamiento a tasas inferiores a las que pagaría el Tesoro Nacional y todo apoyado en la expectativa de que se mantendrá el superávit fiscal y de que no habrá una devaluación.

Los inversores apuestan a que el superávit se destinará a pagar los servicios de los bonos mientras se consolida la idea de que la unificación cambiaria y posterior flotación del dólar de la que habló el ministro Luis Caputo quedarán como materias pendientes para después de las elecciones legislativas de octubre de 2025.

El mercado parece creer ahora que el aumento del 2% mensual del dólar oficial llegó para quedarse e, incluso, crecen las posiciones que apuestan a que si se toca el ritmo de devaluación para el oficial será para bajarlo a 1% mensual antes que para subirlo al 3%.

«Carry forever. ¿Esta vez será distinto?» es el título que la economista Marina Dal Poggetto le puso a su último informe en el entendimiento de que el esquema de devaluación de 2% con la tasa de interés de las Letras del Tesoro (Lecaps) en 3,8% deja una buena ganancia en dólares, pero también dudas sobre su sostenibilidad.

Mientras el mercado financiero festeja, el consumo volvió a arrojar datos preocupantes en septiembre.

Las cifras que maneja Guillermo Olivetto sobre el nivel de empobrecimiento de la clase media y la caída del consumo demuestran la otra cara del ajuste del Presidente Javier Milei.

Las ventas en supermercados y autoservicios cayeron 12% en el acumulado de enero-septiembre respecto al mismo mes del año anterior.

Entre la fuerte caída de la construcción (se conoce que es un sector de mano de obra intensiva) que en promedio es de 35,2% hay rubros como la venta de sanitarios y cerámicos, que bajas de hasta 57%.

Desde ya que, en la mirada del Gobierno, esos datos -como todos- terminan siendo relativos porque se comparan contra los meses fuertes del plan «platita» de Sergio Massa y que lo que se debe mirar es la estadística mes a mes.

Esa medición refleja que en abril-mayo la caída de la actividad tocó piso y a partir de ese momento tiende a mejorar, pero para las actividades ligadas al consumo todo es muy lento y pausado.

La apuesta económica del Gobierno sigue concentrada en bajar la inflación en el entendimiento que la recuperación de los salarios, del crédito en pesos y de la inversión posibiliten recuperar el poder de compra de la población y el consumo.

Otra vez, la apuesta a que el dólar quieto y el «efecto riqueza» por las ganancias financieras genere un «derrame» para mejorar algo el ingreso de las familias.

En este sentido, el ritmo se presenta lento, muy lento y las necesidades de la población vienen creciendo a pasos acelerados desde hace meses.

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