Nicolás Posee dejará de ser el jefe de gabinete una vez terminado el capítulo de la Ley Bases. Para que se entienda bien: Posee, ya está fuera del gobierno. Y el que no lo quiere más es Milei. Nos lo terminó de confirmar hoy mismo, una altísima fuente, muy cercana al Presidente.
El jueves, el propio Milei, quien no suele mentir, ni ocultar lo que piensa, durante la entrevista con Más Nación, nos dio más información de la que le pedimos, con su respuesta a la pregunta: “¿Posee se va?”. “La situación de Posse es la misma que la que tiene…. queda bajo análisis todo el gabinete. No Posse solo”, dijo el Presidente.
La declaración del jefe de Estado todavía está teniendo un fuerte impacto. Dentro y fuera del Gobierno. Por eso hoy le pedimos a una fuente muy segura, que nos anticipara cómo evalúa Milei a cada uno de los ministros de su gabinete. Nos respondió, corto, y directo: “El Presidente piensa que siete de los ocho ministros están haciendo un gran trabajo”.
¿Y quién sería el único que no, más allá de la situación de Posee? De acuerdo a la misma fuente, Mariano Cúneo Libarona, de quién el propio Milei desconfía. “Por algunas decisiones que tomó. Y por otras decisiones que no ejecutó”, informó la fuente.
También preguntamos: “¿Por qué el presidente le bajó el pulgar a Posse?”. Nos respondieron que se trata de “una acumulación de errores y quejas”. Esta es una lista incompleta:
En efecto, Macri cada vez que hablaba en persona con Milei se quejaba del destrato que recibía de Posse. Hasta que no hace mucho, el expresidente, le preguntó: “Javier, decime la verdad ¿es Posse o sos vos el que considerá que ninguno de los nombres que te propongo son aptos para trabajar en el Gobierno? Esa última pregunta, a Milei, lo sacó de quicio. Porque ya le había pedido más de una vez, al jefe de gabinete, que prestara especial atención a “los pedidos” de Macri. Para colmo, no hace mucho, Milei recibió un informe sobre las designaciones de Posse. Entonces, después de leerlo, hizo la siguiente pregunta, en voz alta, delante de otro ministro: “¿Cómo puede ser que Nicolás no acepte la incorporación ni de un solo funcionario que nos propone Mauricio y al mismo tiempo se designe gente cercana a Massa, o a Martín Lousteau?”.
Junto a la salida de Posse, Milei reveló que se incorporaría el gabinete Federico Sturzenegger. ¿Pero a quién tiene Milei in pectore para reemplazar a Posse? Todavía no se lo dijo a nadie.
No sería a Guillermo Francos, a quien Milei ve como un hombre clave para seguir en el Ministerio del Interior, por su capacidad de diálogo. Tampoco lo ve a Lule Menem. Y no piensa para este cargo en Patricia Bullrich, a quien el Presidente considera una pieza irreemplazable en seguridad, uno de los pocos temas que sigue día a día, más allá de la economía.
Sin embargo, está analizando “varios escenarios”. En algunos de ellos, contempla la incorporación de figuras de Pro que hoy apoyan fuerte las ideas de la Libertad Avanza, como Diego Santilli y Cristian Ritondo.
¿Y que sucedería con los altos funcionarios a los que Posse designó, como el número uno de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI), Silvestre Sívori? Según el pensamiento del Presidente, se deberían ir junto con Posse.
Pero quiénes conocen bien a Milei, juran que no está muy preocupado por los cambios de gabinete. De hecho, este fin de semana, volvió a recibir una buena noticia. Parece que su imagen positiva, y la de su gestión, se mantienen en valores muy altos, cuando está por cumplir medio año de mandato, y en el medio del ajuste “más grande de la historia”.
Los números todavía no fueron publicados. Vale la pena hacerlo ahora. Son los de la consultora Aresco, cuyo titular es Federico Aurelio. Este cuadro muestra la evaluación de la gestión. Sigue siendo muy alta: 53.1% positiva contra el 45.2% negativa.
Este otro cuadro corresponde a la imagen de Milei. No baja ni un ápice: 55.7% positiva contra el 43.9% negativa.
Y la pregunta sobre que espera de la economía tiene un 51% de respuestas favorables, mientras que el 4% las considera desfavorables.
Lo que sí preocupa, y mucho, a Milei, son los movimientos de una serie de dirigentes, quienes, según él, están apostando fuerte a que le vaya mal. O, directamente, a tumbarlo. Es un ranking desordenado, pero, por supuesto incluye, a Cristina Kirchner, a quien el jueves no solo llamó jefa de la banda, sino que vaticinó que va a ir presa. A Kicillof, a quien no solo calificó de incapaz, sino de oportunista, al enviar patrulleros que necesitaría, para su provincia, a Rosario, en Santa Fe. A Juan Grabois, quien en las últimas horas pareció incitar a la violencia, hablando de la inminente “guerra del pan” con un lenguaje extorsivo. También a Massa, porque Milei recibió información de cómo se estaría moviendo para tratar de voltear la Ley Bases y el capítulo fiscal. Y al senador Lousteau, de quien considera que, de tanto coquetear con el kirchnerismo, perdió la brújula. A Lousteau, en realidad, lo tiene entre ceja y ceja. Porque volvió a exhibir un pliego de condiciones que parece imposible de cumplir. Incluyen:
Milei no sigue en detalle las negociaciones en el Senado, pero se pregunta, sobre Lousteau, dos cosas. Una: porque se muestra contrario a decisiones que el bloque de diputados de la UCR, comandados por Rodrigo de Loredo, ya habían aprobado. Y dos: porque el exministro de Economía de Cristina Kirchner no cumple con lo que les había prometido a los negociadores del gobierno. Porque parece que, en una reunión secreta, Lousteau había dicho que acompañaría los proyectos a cambio de que se evitaran los ataques hacia su persona. En especial los calificativos que aluden a cuestiones personales.
Milei se sale de la vaina por volver a descalificar, a Lousteau, de arriba abajo. Lo considera un kirchnerista de buenos modales. Alguien jabonoso, que traicionó a Macri, a Cristina y que no dudaría en traicionar a ningún amigo, con tal de escalar posiciones. Lo tiene en la lista negra de colegas envidiosos. Economistas, que, según Milei, atacan sus políticas de pura envidia. Porque no soportan que haya llegado a la presidencia de La Nación.
En esta última lista también aparecen:
Y por supuesto, de nuevo Kicillof, quien se burló diciendo que la cuenta de una hiper que iba al 15 mil por ciento era una exageración. Pero ahora Milei también está concentrado en averiguar las razones de por qué una serie de senadores se muestran reticentes. Por ejemplo:
Si el dictamen de comisión no sale esta semana, Milei volverá a la carga, los acusará de conspirar para prender fuego el país, y pedirá a sus seguidores que se denuncie a uno por uno. Con nombre y apellido.
Todavía hay varios temas en discusión:
Este martes, a las 14, Victoria Villarruel recibirá en su despacho a todos los presidentes de bloque, menos a quienes responden a Unión por la Patria.
Hay que decirlo con todas las letras: en el gobierno, tampoco confían en la vicepresidente. Dicen que Villarruel tiene un proyecto político propio. Que no apoya a La Libertad Avanza porque no le importa el país. Que solo está en su puesto para “divertirse”. Que nunca toma decisiones para que evitar el aumento de su imagen negativa. También dicen que, después del apodo de “jamocito” que ella le puso al Presidente, Milei le puso otro sobrenombre a ella: “Bicho cruel”.
Sobre la Ley Bases, los más optimistas, como Francos, creen que en menos de dos semanas podrá salir el dictamen en general. Los más pesimistas, en cambio, piensan que los 33 de Unión por la Patria podría llegar a sumar cuatro o cinco votos y así voltear el proyecto, para que vuelva todo para atrás. Y los que se encuentran en el medio dicen que hay una situación de virtual empate. O sea: que un voto para un lado o para el otro terminarían de definir la cuestión. Pero la demora en aprobar las leyes no solo está perjudicando a la economía y haciendo subir al dólar, como reconoció el propio Milei en la última entrevista.
También está colmando la paciencia de buena parte de los argentinos. Los que fueron a ver a Milei, este sábado, en Córdoba, pedían su aprobación a los gritos.
Quienes lo apoyan hacen una cuenta sencilla. Eduardo Duhalde tardó solo cuatro días en aprobar su primera ley. Fernando De la Rúa cinco. Néstor Kirchner diez. Cristina, en su primer mandato, tardó 11 días y 16, en su segunda gestión. A Macri lo hicieron esperar 100 días. Sin embargo, a Milei, después de 165 días, no le aprobaron ni una sola ley.
Por eso el presidente supone que, detrás de algunos rechazos, se esconde el deseo de tumbarlo. Así como quiere tumbarlo un delegado de AFIP en medio de una asamblea. La diferencia es que a este energúmeno político, lo acaban de acusar, ante la justicia, por incitación a la violencia.