Incansable, siempre dispuesta a atender una consulta periodística. Alegre y activa, era un placer hablar con ella. Era, seguramente, la persona que más conocía cómo funciona el sistema educativo en la Argentina.
Y a ese conocimiento le agregaba una mirada personal, que siempre iba para adelante: se había puesto como meta pensar una nueva escuela, innovar de verdad, ayudar a que los argentinos puedan formarse para la sociedad del conocimiento.
Para eso no solo estudiaba la complejidad del mundo en el que vivimos, sino que además investigaba las distintas reformas educativas y experiencias escolares novedosas.
Su obsesión era ayudar a diseñar e implementar en el país una escuela que prepare a los alumnos para los desafíos que vienen.
El año pasado, Aguerrondo junto a los exministros de Educación Juan josé Llach y Susana Decibe. Maxi FaillaReconocida por todos en el ámbito de la educación, este lunes murió Inés Aguerrondo. Hace dos semanas había cumplido 80 años e, incansable como era, y a pesar de su enfermedad, había convocado a sus amigos a su cumpleaños. Casi como una despedida, allí les dijo que estaba conforme, que había llegado a los 80 y había tenido una buena vida.
Socióloga de formación, especializada en política educativa, Aguerrondo tuvo una larga trayectoria como docente e investigadora. Estuvo a cargo de la formación de grado y posgrado de cientos de profesionales en instituciones como FLACSO, Universidad Católica Argentina, Universidad Di Tella o Universidad San Andrés.
Todo lo que aprendió del sistema educativo lo hizo en sus 30 años como funcionaria pública en diferentes gestiones en CABA, en la provincia de Buenos Aires y finalmente en el área de planeamiento del Ministerio de Educación de la Nación, donde fue la segunda de Susana Decibe, durante el gobierno de Menem.
También ha sido consultora en diversas organizaciones (en una ocasión asesoró a la Fundación Noble) y referente internacional sobre educación. Su paso por los ministerios la llevó a especializarse en la producción de informes sobre distintos aspectos de la vida escolar. Hoy, esos trabajos son de lectura obligada en las universidades y entre docentes y directores de escuela.
Tanto es reconocida Aguerrondo que, recuerda ahora Decibe en diálogo con Clarín, los docentes salían a pedirle autógrafos cada vez que visitaba una escuela, en sus viajes al interior del país mientras estaban en el Ministerio de Educación nacional.
Aguerrondo no paraba. A tal punto que, aún con el reconocimiento que tenía, este año estaba terminando un doctorado sobre educación en la Universidad San Andrés. Estaba escribiendo una tesis precisamente sobre la cuestión de la innovación educativa y cómo se viene encarando en distintas partes del mundo. “Me quiero dar el gusto, quiero que esta tesis sea mi legado”, le había dicho a Decibe.
Incansable, además de la tesis Aguerrondo seguía bien activa. El año pasado estuvo entre las primeras integrantes de la Coalición por la Educación, un grupo de referentes y miembros de la comunidad educativa. Y ahora, junto a Decibe, trabajaba en un proyecto de la OEI y la Fundación Techint, en una escuela innovadora que esta empresa tiene en Campana.
Decibe la define como una persona muy humilde. “Compartía el doctorado con chicas de 25 años que se sorprendían de tenerla de compañera”, recuerda.
El foco de Aguerrondo fue siempre el mismo. Ayudar a pensar una escuela nueva, a descubrir qué factores de la modernidad la desestabilizan (en la organización, en los tiempos escolares, en lo que se enseña) y diseñar los cambios. Para eso no solo hablaba con gente de la educación, también con físicos, matemáticos, diversas disciplinas vinculadas a la sociedad del conocimiento.
“El futuro ya llego… pero no a la escuela argentina”, recuerda ahora Guillermina Tiramonti el nombre de un trabajo que escribieron juntas. En ese título se resumen lo que fueron las últimas ocupaciones y producciones de Aguerrondo. Se la va a extrañar.