Ascendió con Instituto y jugó en Europa, pero cambió el fútbol por la vida rural.
Enrique «Quique» Ortiz supo dejar un legado más que importante no solo en el fútbol argentino, sino que también en el europeo. Después de defender los colores de Instituto de Córdoba y jugar en Noruega, cambió el verde césped de las canchas por el de los campos de cultivo.
En la actualidad, alejado de la redonda, dedica su tiempo a la agronomía y disfruta de este nuevo hobbie que le brinda paz y alegría, sin tener que lidiar con las presiones y exigencias que este deporte imprime en cada jugador.
Enrique «Quique» Ortiz y su paso por el fútbol
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Ortiz fue el primer jugador en jugar de manera profesional en la Liga de Noruega.
Nacido en Córdoba y formado en un hogar donde el estudio era tan importante como la pasión por el fútbol, Ortiz debutó en la «Gloria» en el 2001, club donde no tardó en convertirse en una pieza clave debido a sus grandes actuaciones.
Su momento más recordado llegó en 2004, cuando integró el plantel que consiguió el ascenso a la máxima categoría del fútbol argentino, un hito que marcó para siempre su carrera y que le permitió ganarse el cariño de los hinchas.
Tiempo después, «Quique» dio el salto al viejo continente: fue transferido al FC Lyn Oslo, transformándose en el primer argentino en jugar en la Liga de Noruega. Allí no solo sumó experiencia, sino que también disputó la Europa League.
Tras dos temporadas y media en Europa, volvió a su Córdoba natal con la idea de buscar un nuevo rumbo. En 2011, luego de graduarse como ingeniero agrónomo, decidió colgar los botines y despedirse para siempre de las canchas.
Su vida después del retiro
Después de retirarse, Ortiz se metió de lleno en el mundo de la agronomía, trabajando en la comercialización de insumos agrícolas para la empresa «Gallará«. Además, lanzó su propio emprendimiento de mantenimiento de jardines y reforestación.
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