Mónica Ayos rompió el silencio y lo hizo con un video que partió al medio a todos. En un relato tan crudo como valiente, recordó el momento más oscuro de su vida. “Ella no lo sabe todavía, pero el destino dentro de poco dará un giro hermoso y estarán a salvo”, expresó. Habló de violencia, soledad y supervivencia.
Contó que tenía 19 años y que creyó haber encontrado el amor en un coreógrafo chileno. Al principio, él la deslumbró, pero con el tiempo mostró su peor versión. “Recibí muchas golpizas durante el embarazo. Pensé que podía perderlo”, confesó. No tuvo cobertura médica y parió sola, internada y con miedo.
La violencia no se detuvo ni con el nacimiento de su hijo. “Me daba patadas en la cabeza, en la nuca, me agarraba como si fuera una pelota de fútbol”, relató. Incluso se animó a contar que, recién salida de una cesárea, él la violó. “Sabíamos que era muy peligroso. El médico me dijo que no podía quedar embarazada”.
Un día, mientras amamantaba, le arrojó un zapato que golpeó a su bebé. “Ahí me quebré. Era mi límite”, dijo. Su amiga se llevó al nene en pantuflas y volvió con la policía. Él ya había amenazado a un vecino con un cuchillo. Aun así, ella negó todo: “Yo les dije que no pasaba nada. Pero sabía que no daba para más”.
Planeó su salida como si fuera una película. Le mintió diciéndole que le regalaba un viaje a Chile para visitar a su familia. En Ezeiza, lo miró a los ojos y le soltó la verdad: “Toda mi familia sabe lo que me hiciste. No podés volver”. Él lloró. Ella también. Pero no hubo marcha atrás. Era el punto final.
Con los años, Ayos transformó el dolor en fuerza. “Yo creí que podía salvarlo, pero no pude. No hay que justificar esas cosas, hay que irse”, afirmó. Hoy vive en México, con sus hijos y Diego Olivera. “Federico fue mi luz en la oscuridad. Por él me animé a escapar. Lo hice por mí, pero sobre todo, por él”, cerró.