viernes, 4 julio, 2025
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Y la lucha contra la proscripción política?: el peronismo solo piensa en las urnas y en 2027

Este miércoles por la mañana nos enteramos de una nueva avanzada represiva del Poder Judicial. La arbitraria y absurda detención de Alexia Abasair disparó una escalada de allanamientos y detenciones ordenadas por Sandra Arroyo Salgado, esa eterna figura del reaccionario entramado judicial. Entre las personas detenidas e incomunicadas está Eva Mieri, presidenta del bloque de concejales del peronismo quilmeño.

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Este accionar represivo encuentra su infundada excusa en el leve escrache que sufrió el derechista José Luis Espert. El autor de la reaccionaria frase “cárcel o bala” -pedida para opositores políticos como la izquierda- tuvo que sufrir un poco de mierda en su casa. Eso y nada más. Pero el hecho se convirtió en excusa ideal para un salto persecutorio que enlaza muy bien con el intento en curso de un nuevo régimen neo-libertador.

Ese intento encuentra su expresión más descarnada en la proscripción política y la prisión de Cristina Kirchner. Resulta inseparable, además, de la mecánica de un ajuste social feroz que pretende afincar, aún más, el poder del gran capital sobre la sociedad.

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El peronismo, hoy en el centro de esos ataques anti-democráticos, responde con una urna en la cabeza. Toda ofensiva es convertida, automáticamente, en llamado a la competencia electoral. Como si la represión se pudiera contener por el simple mecanismo de esperar dos años para emitir un voto. Como si el poder de los Rocca y los Magnetto pudiera frenarse por medio de la simple participación electoral.

Esa orientación la consignó la misma Cristina Kirchner, ante una multitud reunida en Plaza de Mayo. Ese día, un par de miércoles atrás, convocó a la tarea de preparar la vuelta electoral en 2027 o cuando lo permitan las circunstancias.

Continuó por ese camino, días más tarde, cuando les propuso a sus simpatizantes no tomar las calles para “no hacerle el juego” a Patricia Bullrich. Como si la derechista ministra de Seguridad necesitara alguna excusa para la represión.

En la misma línea política, hace escasos días, la exvicepresidenta dedicó saludos a las victorias electorales de Juan Monteverde en Rosario y el feudal Gildo Insfrán en Formosa.

Nadie podría sorprenderse, entonces, de que miércoles, la respuesta de Mayra Mendoza a la detención de sus compañeras haya sido convocar a una pelea en las urnas. Desafiar al reaccionario Espert a “hacerse el macho” en ese terreno.

Pero esa perspectiva está condenada al fracaso. No enfrentar los ataques presentes solo empodera a la derecha. No combatir con la más amplia movilización en las calles, solo alimenta la sensación de impunidad de esa alianza que conforman el Gobierno, el Poder Judicial, los grandes medios y el empresariado. No rodear de apoyo cada lucha en curso (contra los despidos y el ajuste) solo colabora a la avanzada del gran capital que ordena los agravios políticos.

Ese camino facilita, además, la desmoralización de sus simpatizantes y militantes. Les propone repetir una historia fallida: la de un “gran frente” contra la derecha. Pero ese experimento ya existió: se llamó, precisamente, Frente de Todos. Su fracaso fue la puerta de entrada al gobierno de la ultraderecha.

Desde el PTS-Frente de Izquierda repudiamos al instante la proscripción política contra Cristina Kirchner. Le planteamos la necesidad de desarrollar una gran lucha nacional, capaz de quebrar la ofensiva reaccionaria. Tomamos parte en marchas, asambleas y tomas de facultades, buscando intensificar un movimiento de lucha.

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Sin embargo, la dirección del peronismo eligió otro: una larga campaña electoral que solo puede preparar nuevas decepciones. Un “vamos a volver” que, ya desde ahora, se anticipa moderado ante el poder del empresariado. Ese poder que, corporizado en Techint, Clarín y la embajada de Estados Unidos, empuja la restricción de toda libertad democrática en aras de su interés más miserable: la rentabilidad.

La historia nacional lo confirmó innumerables veces: al poder más reaccionario solo se lo derrota con el poder de las calles movilizadas masivamente. Con la fuerza de la rebelión popular. Con la combatividad de trabajadores, estudiantes, mujeres y el pueblo pobre. Es preciso apostar a desarrollar esa perspectiva.

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