El Congreso da las últimas bocanadas antes del receso forzado por las vacaciones de invierno y, como cada dos años, por las obligaciones que impone el turno electoral.
Esta semana la oposición pone rock and roll con dos sesiones especiales, reclamadas ante el desinterés del oficialismo de que haya actividad legislativa.
En el Senado el peronismo va a promover una auto convocatoria de las comisiones para darle dictamen a los proyectos que vienen de Diputados, de aumentar de las jubilaciones, prorrogar la moratoria previsional y declarar la emergencia por discapacidad.
En Diputados la oposición ha pedido que se convoque a otra sesión especial para tratar el financiamiento universitario, la crisis del Hospital Garrahan y la normalización de la comisión investigadora del CriptoGate.
El Senado también albergará una reunión de los jefes de bloque con una delegación de la multipartidaria de gobernadores, que promueve un proyecto de ley para que se coparticipen los fondos recaudados por el gobierno por la ley de combustibles con destino a obras públicas, que están retenidos por la Nación, y los ATN (técnicamente Fondo de Aportes del Tesoro Nacional a las Provincias).
Ante esta asonada opositora el gobierno instruyó al jefe del bloque de La Libertad Avanza que agote los esfuerzos para desbaratarla a cualquier precio. Ezequiel Atauche transmitió la consigna a los bloques opositores que, naturalmente, redoblarán la presión.
El plano se inclina a favor de ellos porque el gobierno ha perdido iniciativa y todas sus acciones se resuelven en poner trabas para frenar las iniciativas.
Las tribus de la oposición han ganado volumen legislativo y el peronismo, en particular, ha lanzado como consigna interceptar todas las reuniones con discursos de reivindicación de Cristina de Kirchner, sea cual sea el tema que se debata.
El gobierno agravó el clima cuando anunció que vetará cualquier ley que no le guste. Con eso sólo envalentonó a legisladores moderados que se animan a hacer músculo alimentando el rechazo a un veto. Hoy el gobierno no tiene la capacidad de sostener ese veto a ninguno de los proyectos que hay en el Senado.
Juegan los gobernadores
El proyecto de los gobernadores es un misil difícil de interceptar por el gobierno porque se trata de fondos que pertenecen a las provincias. No entregárselos develaría que el equilibrio fiscal del que alardea el gobierno se logra con plata ajena o no pagando las cuentas.
El mensaje tiene dos autores ideológicos en nombre de los 24 gobernadores. Por el peronismo es el pampeano Sergio Ziliotto y por el no peronismo Rogelio Frigerio. Los dos recibieron ya una señal del gobierno nacional de que les harán una contraoferta.
De todas maneras, Ziliotto habló el viernes con José Mayans – jefe del bloque Unión por la Patria – sobre la redacción del proyecto. Frigerio estuvo el jueves en Chubut y conversó con el local Nacho Torres y el jujeño Carlos Sadir, ante un testigo mudo: Ricardo Lorenzetti.
Coincidieron en la inauguración de la ciudad judicial de Comodoro Rivadavia y hablaron de la redacción que la UCR le ha confiado al chaqueño Víctor Zimmermann.
Este senador advirtió en la sesión informativa ante Francos: “De poder avanzar, esto significaría modificar la Ley de Coparticipación Federal. Entonces, seguramente, tendríamos que ir a una ley marco o a un nuevo pacto fiscal”.
El gobierno no parece en condiciones de enfrentar un debate de esa magnitud, postergado desde la reforma de 1994. Ese es clima que alimentó el portazo de Guillermo Francos el jueves en medio de su comparecencia en el Senado.
Salida de tono, la senadora Cándida López (peronista de Tierra del Fuego) le había dicho “mentiroso” y le recordó que había sido funcionario del gobierno de Alberto Fernández.
Como los insultos del presidente a los legisladores, un gesto de violencia verbal reprobable. Le dio pie al jefe de gabinete de cumplir con su plan de irse pronto del recinto. Antes de ingresar había avisado que a las 3 PM tenía otro compromiso.
El peronismo, aliviado sin Cristina
Contrarreloj, los punteros deben decidir en las próximas horas cómo jugarán en las elecciones legislativas de septiembre en Buenos Aires. El martes 9 de julio hay que anotar las alianzas y diez días más tarde, el 19, hay que anotar candidatos.
El peronismo logró que el Senado apruebe la reelección de cargos legislativos. Era una restricción propia de la era «woke» del romance del massismo con el PRO cuando cogobernaban el distrito entre 2015 y 2019.
Así les fue. Pasó el momento de la corrección política y quedó al desnudo que era una norma que se les vino en contra. Los políticos argentinos se pasan la mitad de la vida sancionando normas y la otra mitad lamentando las consecuencias porque esas normas se les vinieron en contra como un búmeran – ha pasado con el ballotage, las PASO, etc-.
El peronismo ha tenido la bendición de la condena de Cristina de Kirchner. Les sacó de encima un factor de discordia, precipitó la unidad y les regaló el lema de campaña «luche y vuelve” que inflama los ánimos (pero con la seguridad de que por ahora ella no puede volver).
El PRO impone el número
En el arco del no peronismo el debate es a tumba abierta con muchos fuegos de artificio. La Libertad Avanza presume de tener votos después del adornazo porteño. Entienden que con Milei en cancha pueden hacer legislador a cualquiera.
No cuenta con nombres de relieve salvo que se los preste el PRO, que no tiene muchas ganas de ceder posiciones en los municipios donde gobierna. LLA sostiene a José Luis Espert a quien reserva para las elecciones nacionales, y es innegociable, aunque mida por debajo de, entre otros, Diego Santilli.
De paso: las reuniones entre LLA y el PRO se hacen con Santilli de local, en su oficina de la calle Salguero. Tanto afán le pone Espert a su ficha que fue a Córdoba con Guillermo Francos, invitado por la Mediterránea, y se despachó con un discurso contra… Kicillof. Los oyentes se preguntaban, ¿de quién habla? Menos mal que el local Llaryora no estaba, porque con esas cosas se le nacionalizaba el cordobesismo.
Cede el mileísmo
El mileísmo, a medida que se acerca el cierre, va tomando noción de que no tiene mucho para negociar con el PRO, socio principal, y va cediendo posiciones hora a hora. Este fin de semana el comisario político de estas changas, Lule Menem, avisó a través de su vocera, Karina Milei, que aceptan que los intendentes de municipios del PRO manejen la lapicera.
Se conforman con que, en municipios grandes, vayan dos candidatos de la LLA entre los primeros seis (entrables). En municipios chicos se conforman con un candidato de LLA entre los tres primeros. Para legisladores, el piso de negociación es que renueven todos los del PRO que terminan mandato.
No son pocos porque fueron elegidos en 2021, cuando Santilli encabezó la tira de Juntos por el Cambio, que hizo entrar a 15 diputados nacionales. El mileísmo sufre, además, el drenaje del bloque disidente de Carlos Kikuchi, que ya capturó a más de 30 concejales, 3 senadores y 9 diputados para su espacio.
“Frente para la Libertad”
En el arco del no peronismo también hay negociaciones para un armado que convenga a quienes no quieren fusionarse con LLA. El PRO macrista viene de dos intentos de suicidio.
En 2023 se enredó en una pelea a pura pérdida entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta que los dejó afuera del ballotage presidencial.
En las elecciones locales de este año amagaron un escudo protector del distrito sobre la base de un adelantamiento de las elecciones. El PRO terminó tercero y perforado de internismo. Macri quedó comprometido con LLA cuando mandó a Cristian Ritondo a negociar posiciones. Duda si le cumplirán las promesas.
Lo peor que puede ocurrir en política es negociar con un débil, que no puede retroceder ni ceder el poder que no tiene. El PRO ya logró que el frente que imaginan en Buenos Aires no se llame La Libertad Avanza. Con un juego de palabras puede terminar siendo un «Frente para la Libertad».
Macri alternativo
Para tomar un resguardo si fracasa la misión Ritondo, Macri escucha planes alternativos en reuniones con dirigentes que ensayan el armado de un frente que recomponga lo que significó Juntos por el Cambio.
Estos dirigentes son frentistas y creen que el PRO tiene que pasar estas elecciones por debajo el radar, después de las experiencias de 2023 y de 2025 (en CABA). Ni fusionarse ni ir solos para no perder y desaparecer. Se basa en una estrategia de «seccionalizar» la elección en Buenos Aires, es decir hacer armados que surjan de la lógica del distrito más que de las estructuras partidarias. Lo discutieron a comienzos de año Mauricio con Jorge Macri y Joaquín de la Torre.
El primo Jorge mantiene una estructura territorial en Buenos Aires con gente en las secciones electorales 1ª, 2ª, 4ª y 8ª y que cubre Vicente López, Merlo, 9 de Julio, Junín y Lobos, entre otros distritos. La Asamblea del PRO provincial está bajo el control de Jorge, que tiene un 50% de representantes contra un 15% que responde a Nestor Grindetti, hoy cercano a Jorge Macri.
Elasticidades
A ese armado responde el acercamiento a Macri de Emilio Monzó y podría sumar los partidos del bloque Encuentro Federal de Miguel Pichetto, como GEN de Stolbizer, el socialismo, Hacemos de Florencio Randazzo – que el jueves recibió la inscripción como partido nacional-.
Esta propuesta imagina un acercamiento a la UCR (marca despreciada por el mileísmo) y a sectores del peronismo no cristinista como Julio Zamora (Tigre), Juanchi Zavaleta (Hurlingham) y quizás Fernando Gray (Esteban Echeverría).
El armado tiene en cuenta que hay un lote importante de diputados con las necesidades básicas insatisfechas porque terminan sus mandatos. Deberían renovar: Monzó, Danya Tavela, Randazzo, Stolbizer, Fabio Quetglas y Facundo Manes, que ensaya una pareja en gira con Juan Schiaretti.
Se imaginan Manes y Schiaretti ofreciendo unas PASO que concentre el centro del centro. Claro, para eso debería haber PASO. Macri no le da mucha cuerda a esta alternativa porque no quiere debilitar a Ritondo en sus tratos con el mileísmo. Lo mandó a negociar con Lule Menem y no quiere cambiarle la bocha en medio del partido. Pero decidirá el rumbo esta semana.