Desde su primer saludo al mundo como Sumo Pontífice, el Papa León XIV dejó en claro su intención de revalorizar los símbolos históricos del ministerio petrino, en una serie de gestos que sorprendieron y han conmovido a fieles.
Una de las señales más visibles de este enfoque fue su aparición inicial en el balcón de la Logia central de la Basílica de San Pedro, donde lució la tradicional muceta: una pequeña capa de terciopelo rojo ribeteada, cargada de historia y simbología.
Esta prenda, que había sido dejada de lado durante el pontificado de Francisco, representa tanto la autoridad pastoral como la compasión que debe caracterizar al líder de la Iglesia católica.
El retorno a estas insignias no fue meramente estético. León XIV reforzó la dimensión litúrgica de su pontificado a través del uso de la casulla, vestidura que cambia de color según el calendario litúrgico, incluyendo una de profundo valor simbólico utilizada por San Juan Pablo II.
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También empleó con regularidad la estola y el báculo pastoral en celebraciones públicas, reafirmando la centralidad de los signos sacramentales en su ministerio.
Otro detalle que captó la atención en el Vaticano ha sido su elección de vestir pantalones blancos bajo la sotana, en contraste con los pantalones negros usados por su antecesor. Aunque no se trata de una oposición directa, se interpreta como una reafirmación visual de la identidad institucional del papado.
En el plano litúrgico, León XIV también ha introducido cambios que apuntan a recuperar prácticas tradicionales. Durante su primera oración mariana en tiempo pascual, el Papa entonó el Regina Coeli en latín, sorprendiendo a los miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, que respondieron con emoción y aplausos.
Otra decisión que refuerza este retorno a las raíces fue su voluntad de poner personalmente el palio, una banda de lana blanca adornada con seis cruces de seda negra, a los nuevos arzobispos metropolitanos durante la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio.
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Esta ceremonia, cargada de simbolismo, había sido modificada en 2015 para descentralizar el rito. León XIV opta por restaurar el vínculo directo entre el Papa y los arzobispos, consolidando la centralidad de la sede apostólica.
El uso del latín y del canto gregoriano también se hizo presente en las celebraciones más solemnes dentro de la Basílica de San Pedro, dando un nuevo impulso a una estética litúrgica más solemne, que conecta con siglos de tradición eclesiástica.
Finalmente, en un gesto que pone de relieve su valoración por los espacios históricos del papado, el Vaticano confirmó que León XIV pasará el mes de julio en las Villas Pontificias de Castel Gandolfo, una práctica abandonada desde el inicio del pontificado de Francisco.
Se trata del regreso del Papa en más de una década a esta residencia veraniega a orillas del Lago Albano, utilizada por muchos de sus predecesores como lugar de descanso, oración y reflexión.
De esta manera, estos signos muestran una voluntad clara del Papa León XIV de recuperar elementos identitarios de la tradición católica.