viernes, 13 junio, 2025
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Con Cristina presa, Milei elige ser su propio enemigo

“La República funciona y todos los periodi$ta$ corrupto$, cómplices de político$ mentiro$o$, han quedado expuestos en sus opereta$ sobre el supuesto pacto de impunidad”. Así se pronunció el presidente Javier Milei en su cuenta de X luego de que la Corte Suprema de Justicia ratificara el fallo contra Cristina Fernández de Kirchner.

Haciendo honor a sus modos, agregó una agresión más a sus dichos, y nuevamente los apuntados son los periodistas. En este caso, resulta por demás injusto, teniendo en cuenta que muchos periodistas fueron artífices imprescindibles para que las causas de corrupción contra Cristina Kirchner, sus funcionarios y empresarios, con Lázaro Báez a la cabeza, terminaran rindiendo cuentas en la justicia. Como hay ahora periodistas “amigos” del poder libertario, existe un “periodismo militante K”, adepto a justificar y promover las políticas y decisiones del espacio kirchnerista, corriente política absolutamente protagonista de todo lo que va del siglo presente. Ninguno de los dos son los apuntados por Milei, su referencia es hacia el periodismo independiente.

Pero dejemos al periodismo de lado, que seguirá estando presente para interpelar e investigar al poder por más que el Presidente sueñe lo contrario. Resulta positivo analizar cuál fue la actuación de Javier Milei en este fallo histórico de la justicia argentina. En las últimas horas, y como suele suceder, varias espadas libertarias -que son las que reciben las órdenes del poder para comenzar a publicar en las redes sociales mensajes que apunten a un cometido que beneficie al Presidente o a su gobierno- entraron en acción. Allí no importa la exactitud, sino lo que se pueda imponer con fuerza y superficialidad como si fuese “la verdad” buscada. Pero cometen errores. En esta oportunidad se vieron una infinidad de posteos e incluso se escuchó en algunas entrevistas hablar de que “Milei pasará a la historia por haber sido el presidente que encarceló a Cristina”. Grave error de comunicación. Es como alimentar al enemigo, darle oportunidad de crítica negativa al adversario, de exponerse de manera innecesaria y gratuita, porque en un país republicano la justicia debe ser independiente del poder político. Adjudicarse desde el poder de turno los resultados de un fallo judicial no hace más que darle la razón a quienes dicen -hoy sería todo el peronismo y aliados- que la causa que encarceló a Cristina Kirchner estuvo amañada por el poder -político y económico- y que la expresidenta no tuvo un juicio justo. Porque en defensa de la expresidenta, sorprendentemente, se escucha más hablar de la manipulación del proceso judicial que de su propia inocencia.

Para colmo de males, sobre ese error hay que advertir Milei no hizo absolutamente nada para apoyar o impulsar las causas de corrupción kirchneristas. Si repasamos la corta vida política de Javier Milei, como economista, divulgador, empleado del Grupo América, asesor de Daniel Scioli, marchando con Hugo Moyano, diputado nacional o como presidente, cuesta encontrar algún pronunciamiento en tiempo y forma que apuntara a desentrañar las causas más graves, y en ese momento públicas, de corrupción K.

El que sí habló, y actuó, fue su ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, que señaló poco después de asumir: “Yo creo que hubo un uso indiscriminado de los tribunales, de las agencias del Estado, para perseguir opositores. Yo quiero paz, que miremos para adelante. Basta de guerras judiciales. Por eso sacamos la facultad de querellar a la OA y la UIF. No están para eso”, aseguró el ministro, en una entrevista en LN+.

Hablar de “guerras judiciales” y de “utilizar los organismos de control para perseguir opositores” es sinónimo de lawfare, la tan mentada acción que puso en el vocabulario político la expresidenta Cristina Kirchner, quien se victimizó siempre sobre una no demostrada persecución política, mientras la justicia la condenaba por fraude a la administración pública y cuando aún le falta enfrentar otros procesos (a punto de comenzar a transformarse en juicios orales) por hechos de corrupción.

Respecto a la participación de Cristina Kirchner en la Causa Vialidad, poco antes de asumir como ministro de Justicia, en un programa de televisión, Cúneo Libarona señaló algo por demás polémico: “Anoche comí con varios jueces y abogados y destacaban las magníficas defensas que estaban haciendo los defensores de los acusados en el juicio. Hay dos temas que no se traen muy a la vista. Uno: ¿Está probada la intervención de Cristina Kirchner en el hecho? El concepto general es no. Dos: ¿hay asociación ilícita en este marco, se pusieron de acuerdo en un común los acusados para cometer delitos indeterminados? El concepto general es no”. Claramente la posición del ministro de Justicia de Milei, como abogado, está en las antípodas de aquellos que denunciaron y aportaron pruebas para que las causas avancen. De hecho, retiró a los organismos públicos que dependen de su área debilitando así a la querella.

No en vano la designación de Cúneo Libarona puso en duda la posibilidad de un “pacto de impunidad”, porque a estas decisiones y posiciones habría que agregarle que el ministro supo ser abogado en la causa “Cuadernos de la corrupción” del empresario Sergio Taselli, vinculado a la explotación del servicio de ferrocarriles que aparecía mencionado en los escritos de Oscar Centeno, exchofer de Roberto Baratta, como uno de los que en 2013 habría entregado un “bolso lleno de dinero” al ex número dos del Ministerio de Planificación. Por aquel entonces, Cúneo Libarona afirmaba en cuanta entrevista podía dar que, ante la ausencia de pruebas contundentes, el macrismo optó por intentar armar causas mediante testimonios de empresarios y políticos, por lo que denunció irregularidades en la detención de varias personas, fundamentalmente empresarios, afirmando que fueron presionadas para declarar y señalar a Cristina Fernández. El mismo argumento utilizado por el kirchnerismo y la propia Cristina en su alegato final como defensa en la Causa Vialidad.

Tan cerca del kirchnerismo estuvo, que Cúneo Libarona fue defensor del destituido juez federal de Mendoza, Walter Bento (protegido por los K) en el juicio oral por lavado de activos y enriquecimiento ilícito, entre otros delitos. Y hasta defendió, al principio de la causa, al exgobernador de Tucumán, José Alperovich, acusado de abusar sexualmente de su sobrina: “Creo en su inocencia” dijo varias veces durante el proceso.

¿Cómo no sospechar con esos antecedentes? Además, ciertamente Milei no solo no hizo nada para apoyar las investigaciones judiciales, sino que ni siquiera reconoció a quienes pusieron el cuerpo desde la hora cero, como Elisa Carrió y otros dirigentes de la Coalición Cívica, que llevaron las primeras denuncias y pruebas a la Justicia Federal, así la Causa Vialidad comienza con esa presentación en 2008. Ya en la presidencia anuló todo el excelente trabajo realizado por Mariano Federici y María Eugenia Talerico en la Unidad de Información Financiera (UIF). Luego vimos la razón: su ministro de Justicia siempre desestimó y objetó su trabajo. Resulta entonces sospechoso que los libertarios intenten “mojar el pan en la salsa ajena” para anotarse un rédito político por el que no hicieron nada.

Milei no está cómodo con esta condena de Cristina Kirchner, al igual que no lo están Mauricio Macri y Alberto Fernández. Ahora saben que todos los expresidentes pueden ser castigados por la justicia. La política se debilitó frente a los tribunales y esta situación puede envalentonar o animar a otros jueces a acelerar o profundizar causas aún pendientes o en consideración.

En breve, Milei deberá enfrentar -en la Argentina, España o donde más le preocupa, en Estados Unidos- los reclamos de la justicia por la Causa $LIBRA. Allí no podrá andar con rodeos y deberá explicar algo que aún no supo o no quiso aclarar, y es una de las preguntas más importantes en la causa: ¿Quién le acercó el código de 44 números y letras mayúsculas y minúsculas necesarias para acceder al contrato y, de ese modo, comprar $LIBRA? Recordemos que el mismo no estaba disponible en ninguna red social hasta que Milei lo posteó a las 19:01 del viernes 14 de febrero. Sin esa respuesta seguirán las sospechas, más allá de lo que aparezca en algunas de las investigaciones mencionadas. En el poder, robar, permitir que se robe o equivocarse tanto para que los hechos sucedan bajo su mando son complicaciones graves para la justicia que investiga. Las dos últimas posibilidades aparecen en los argumentos de quienes defendieron a Cristina Kirchner en Tribunales y no les alcanzó para demostrar su inocencia.

Con Cristina apartada de la vida política institucional -seguirá siendo una voz fuerte dentro del peronismo y quizás, por un tiempo más, la líder más relevante que tendrá al menos poder de veto sobre quienes intentarán sucederla- y con el núcleo duro del macrismo rendido a sus pies, Javier Milei parece tener el camino allanado para que su proyecto político, económico y cultural se imponga. Pero para preciarse de tal, todo líder necesita de un “enemigo” para fortalecerse desde el antagonismo. Para Cristina fue el poder económico, para Macri el mismo kirchnerismo, mientras que Milei parece que se eligió a sí mismo como su propio enemigo, con todo lo peligroso que esto resulta. Un líder que ya demostró estar imposibilitado para controlar sus emociones, que no ha exhibido sensibilidad social -no se los escuchó decir más que agravios contra los médicos del Garrahan o los jubilados, nervios sensibles para la sociedad- y más preocupado en llevar adelante una batalla cultural con características ultraconservadoras, para sorpresa de muchos, tiene la autopista despejada.

Parece sencillo, el problema es que hasta ahora viene conduciendo sin respetar las señales de advertencia que van apareciendo en el camino.


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