lunes, 24 febrero, 2025
InicioEspectáculosEl fenómeno de Alan Madanes: cómo en pocos días pasó de ser...

El fenómeno de Alan Madanes: cómo en pocos días pasó de ser Sinatra para convertirse en Sandro

¿Por qué Alan Madanes, surgido hace diez años de un reality, hoy es quien todos quieren tener en su elenco teatral? Inquieto y talentoso, la respuesta se encuentra en su trabajo. A los 30 años, está por pegar el salto de su vida. Hasta el próximo lunes es Sinatra en Cuando Frank conoció a Carlitos, mientras ensaya para Sandro, el Gran Show, que se estrena el 10 de abril y protagoniza junto a Nacho Pérez Cortés, Sofía Val y Malena Rossi.

Actor, cantante, músico y escritor, flamante ganador del Cóndor de Plata -Revelación Masculina por su papel de Tuca en la serie Cromañón-, recibió el año pasado el Hugo a la Mejor Actuación Protagónica Masculina, por su increíble performance como el joven Frank Sinatra, en una obra donde habla y canta todo el tiempo en inglés.

Ahora, bajo la dirección teatral de Ana Sans y Julio Panno (autores del guion), dirección musical de José Luis Pagán y producción de Torneos, 3CFilms y UPM Hits, enfrenta el desafío de interpretar a Sandro, aunque no se parezca ni el blanco del ojo. Claro que eso no lo detuvo en noviembre cuando se presentó al casting en el teatro Coliseo (donde se realizará el musical), con sus rulos al viento y su apariencia adolescente.

Tal vez Alan –porteño, nacido y criado en Palermo, de novio con la actriz Agustina Cabo-, sin saberlo empezó a construir este camino en 2015, cuando llegó a las instancias finales de Elegidos, la música en tus manos, el reality show de Telefe.

“Sí, la primera aparición pública fue como cantante, pero siempre con un dejo de performance”, recuerda Alan. “Mi viejo es músico, mi hermana Valentina es cantante, y yo desde los 15 para ganar mis primeros mangos salí a dar clases de guitarra, piano, bajo y batería para principiantes, a domicilio o en casa. La música siempre está en ese lugar familiar, pero en la actuación me tocó hacer mi camino”.

De Nueva York a Valentín Alsina

Hace diez años, Alan Madanes debutó en la tele en un reality show: «Elegidos, la música en tus manos». Pero ya hacía shows con su padre. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

-En estos días se anunció que sos uno de los protagonistas del musical del Gitano. Literalmente, de Sinatra a Sandro.

-¡Tremendo! Sandro y Sinatra son personajes muy icónicos. Y pasar de uno al otro es muy loco, encuentro similitudes que residen en sus carismas, artistas muy abiertos, con la mirada muy amplia, y yo me reconozco ahí.

-De Sinatra, contaste que tuviste que empaparte porque si bien sabías quién era, no tenías una conexión particular. ¿Qué te impactó de él?

-Un personaje fascinante, un intérprete único, un disruptivo. En la obra soy un Sinatra de 19 años, entonces, también tuve libertad para construir. De él aprendí el histrionismo, el carisma, ¡y además, la oportunidad de cantar tangos en inglés!

-Esa vinculación previa que no tuviste con Sinatra, ¿la tenías con Sandro?

-La hay porque soy argentino, eso ya te pone en un lugar; a Sandro lo conocés, no importa si lo escuchaste o no, vos sabés por dónde va su imagen, su voz, su esencia. Yo nací en el ‘94, mis abuelas Dorita y Marta lo escuchaban. Mi viejo (Lisandro) canta un repertorio muy internacional y de Argentina imagínate que también agarró a Sandro y mi mamá (Lorena) un poco lo escuchaba.

Pero no es que vengo de una cultura sandresca a morir y las canciones de Sandro son muy icónicas. Estoy descubriendo a ese Sandro que no conocía, un tipo profundamente poético, argentino, familiero, que trabajó con mucha gente y que supo hacerlo en equipo.

-¿Por qué te presentaste al casting? Aunque se había aclarado que no se buscaba imitador, una cosa es no imitar y otra no parecerse en nada.

-Cuando vi la convocatoria entendí lo que buscaban. Eso me copó, porque fui entrando de a poco a su mundo. Empecé a escuchar a Sandro, practicar las canciones, poniéndolas en mi boca y encontré una sonoridad que estoy elaborando a pleno con Julio (Panno) y con Ana (Sans).

Inquieto. Alan Madanes hace monólogos en Instagram, donde tiene más de 400.000 seguidores. Esos textos irán a parar a un libro. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

La noche se perdió en su pelo…

-¿Cuál fue la primera canción que elegiste?

Penumbras. Ahí es donde él hace una interpretación super integral y muy actoral. En sus shows hacía una previa, generaba un clima, y yo me apoyo mucho en eso para construir su costado más dramático y más romántico. Para cualquier actor o cantante, Sandro es un desafío porque es un tipo totalmente entregado en el escenario, y si uno tiene el hambre de subirse ahí arriba te la jugás.

Me metí a pleno porque dije: “Ya sé que no me parezco, pero me atraviesa tanto que espero que algo de eso les llegue a los directores. Por lo menos la pasión que siento al cantarlo, porque no es sólo que no te parecés, tampoco sonás como él, no sos él y no te movés como él”. Y para audicionar encontré mi versión.

-¿La pelvis inquieta la tenés?

-Estamos trabajando en eso (risas).

-En “Sandro, el Gran Show” el Gitano va a estar todo el tiempo con sus canciones, su estética, sus emociones, mas no en el escenario. Nacho Pérez Cortés, el otro protagonista, no va a hacer de él tampoco.

-Ninguno de los dos lo representa, pero en los dos está. También en Male (Rossi) y Sofi (Val), porque Sandro le habló mucho a la mujer en todas sus canciones, es uno de los artistas que mejor contó el romance en sus temas. El trabajo que estamos haciendo los cuatro tiene que ver con la vibración, por eso también recae mucho en el ensamble, hay quince bailarines en escena y las coreografías (dirigidas por Verónica Pecollo) están muy adaptadas a la modernidad.

Frente a la obra, la gente se va a dividir en dos: los que no lo conocen y tienen la oportunidad de acercarse a él, y, yo me arriesgaría a decir, los que integran uno de los clubs de fans más grandes de Argentina, Las Nenas.

Malena Rossi, Alan Madanes, Nacho Pérez Cortés y Sofía Val, los protagonistas de «Sandro, el gran show». Todos ellos cantarán sus canciones. Foto: Prensa

Juventud, respeto y textos propios

-Lo que más llama la atención es la elección de un elenco muy joven.

La nostalgia tiene mucha mala prensa. Si escuchás a cantantes de otra época, te dicen: “Aggiornate, escuchá lo que suena ahora”. Pero hay que aprender de dónde uno viene. ¿A vos te gusta Charly? Está bien, pero a Charly le gustaba Sandro. Todos los rockeros que a mí me gustan lo tenían en un pedestal. Y hay que ser muy respetuoso con los que estuvieron antes y nos marcaron un camino.

Además, hay muchas cosas de Sandro que hoy hacen falta, por ejemplo, el amor. Él era un enamorado y un romántico, con una poesía sencilla. Él dice no te propongo nada extravagante. Te prometo amarnos, ¿qué más necesitás? Te quiero. Si vos me dejás, yo te quiero. Nadie dice eso hoy. Nadie.

-Estás considerado un influencer, tenés más de 400 mil seguidores en Instagram donde sorprendés con tus monólogos.

-Sí. Son textos míos que estoy laburando para un libro que va a salir este año y ya entregué a editorial Galerna. Me gusta mucho narrar. Es muy loco, porque yo arranqué cantando y al cumplir 30 empezás a ver un poquito para atrás y el pequeño recorrido que uno se va armando.

El otro día hice un show con mis canciones, acústico con una guitarra, y por primera vez escuché adentro mío como una voz propia, porque estoy muy acostumbrado a ponerle voces a los personajes, pero no la mía.

Alan Madanes ganó un premio Hugo por «Cuando Frank conoció a Carlitos» y un Cóndor de Plata por su interpretación de Tuca, en la serie «Cromañón». Foto: Guillermo Pérez Adami

-Empezar un camino propio puede traer frustraciones…

-¡Obvio! Porque está lleno de fantasmas, decís no voy a ser bueno o no va a gustar y empezás a sentirte muy movilizado porque escuché tanta música; en la secundaria tuve tantas bandas y toqué mucho con mi viejo haciendo eventos y bares.

-¿Qué tocaban?

-¡De todo! Mi viejo tiene un repertorio de unas seiscientas canciones de música internacional, íbamos con dos guitarras y a la gente le gustaba el karaoke, que estaba muy de moda. Pero el nuestro era un karaoke “manual”, se acercaba alguien y cantaba, no sé… “Si tú me hubieras dicho siempre la verdad…” (entona a capela el tema de Luismi) y con mi viejo sacando el tono y tocando.

-¡Unos caraduras!

-¡Siii! Pero me curtió mucho para la cosa del armado de la música. Cuando un intérprete se para y canta puede ser muy lindo, pero si no hay un sentido de conexión con el otro es muy raro. Qué sé yo, suenan un par de cuerdas y Sandro te dice: “La noche…” (canta Penumbras) Y la gente aplaude en el medio de la primera frase, eso es una conexión. Yo busco eso.

-Dijiste que estás empezando a mirar atrás. Casi a tu edad, a los 31, Sandro un día se sentó en la escalera de su mítica casona de Banfield y se preguntó: “¿Y esto era todo?”. ¿Ya te pasó?

-No, porque tengo una red que todavía me motiva para sentir que viene mucho más y quiero seguir creciendo. Fui cumpliendo un montón de sueños que tenía. Crecí viendo series de Disney, soñaba estar en ellas y lo hice (Bia, Limbo y Freeks), y canté en un montón de teatros (en las comedias Up, la fórmula de la felicidad, Te quiero hasta la luna, Mamá está más chiquita, Querido Evan y Cuando Frank conoció a Carlitos).

Tenés un momento en el que decís: ¡Guau, todo lo que hice! Pero yo tengo una brújula muy hacia el norte, todavía soy muy esponja y trato de aprender de todo. Actué mucho, sí, pero nunca dirigí y me encantaría. Me interesan un montón de esas áreas donde ignoro completamente cuál es el oficio, siento que todavía puedo ir por más.

-Tenés un apellido ligado al teatro. ¿Cuál es tu parentesco con Cecilio Madanes, un hacedor fundamental en la historia del espectáculo argentino?

-Es tío de mi abuelo Claudio que murió cuando yo tenía ocho años, pero no lo conocí a Cecilio, aunque a cada teatro que voy me preguntan por él.

Alan Madanes tiene en carpeta una película que filmó en Uruguay, «Agua negra». Foto: Guillermo Rodríguez Adami

-Es decir que no te influyó ni fue tu “padrino” artístico.

-Ah, no, cero. Yo tuve la historia al revés, hago lo que hago porque mis viejos me alentaron. Cuando terminé el secundario en el Pellegrini, donde la mayoría son hijos de profesionales, los que salen de ahí van a estudiar a la UBA, y yo también me anoté. Pasé por Economía, después Comunicación Social, pero nunca terminé el CBC. Me iba bien, a la par estaba haciendo mis primeros castings, daba clases de música y mis viejos me decían: “Pero si a vos te gusta cantar, ¿por qué vas a ser economista?”. ¡Una locura!

Cromañón, una historia que lo atravesó

-¿Cómo manejás el ego? Recibiste un premio Hugo por tu interpretación de Sinatra y acabás de ganar el Cóndor de Plata por tu papel de Tuca en “Cromañón”.

-Trato de no quedar pasmado con esas cosas. Si bien uno agradece esos reconocimientos, vuelvo a lo mismo que admiro de Sandro: siento que él trabajaba para la gente y hacía su música con una gran vocación para lograr esa comunión.

-Tuca, un sobreviviente de Cromañón, fue el personaje más dramático que te tocó.

-Sí. Aunque yo tenía diez años cuando pasó, Cromañón es una historia que me atravesó por completo. Dos o tres años después yo andaba tocando con bandas, era rolinga, escuchaba Callejeros, era uno de los organizadores de la Comisión de Música del colegio y armábamos en la calle festivales para ochocientos pibes.

Conozco gente que estuvo, víctimas y familiares de víctimas, muchos se acercaron para colaborar en el guion y por eso me atravesó mucho más como Alan que como actor. Cuando hago Sinatra me meto a pleno, pero llego a casa y me desprendo fácil. Acá, nos fuimos a Uruguay y durante un mes filmamos las escenas del boliche, adentro y afuera, imposible no comprometerse con los personajes porque ahí encontraba verdad.

-Uno siempre es un sobreviviente, pero nunca está preparado para serlo en una situación así.

-Nadie te lo enseña. Si vos estás permeable a lo que está pasando en el momento que te dicen, “acción” y escuchás gritos y ambulancias, en una mega producción con trescientos extras, realmente te lleva puesto.

-También en Uruguay rodaste la película “Agua negra”.

-Sí, de Santiago Ventura y creo que se va estrenar este año. Soy el mejor amigo de la protagonista, la actriz uruguaya Belén Giannini, que es también la guionista. Es una historia sobre nadadoras y la competencia heavy que hay. Mi personaje es super colorido, un tatuador, medio tiro al aire, en una trama medio de suspenso.

Alan Madanes confía en que 2025 será un año muchas emociones. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

-¿Alan no es ni tan diablo ni tan santo?, como la canción de los Pérez García que cantás en la serie “Cromañón”?

-Soy ambas cosas, pero en un buen sentido. Creo que está bueno trabajar con los monstruos que uno tiene y poder domarlos, porque todos peleamos contra nuestra individualidad y tratamos de dar esa batalla.

-¿Este año vas por todo?

-¡Por todo! Empezamos hablando de Elegidos… y fue exactamente hace diez años. Es una buena porción de tiempo para tomar envión, para que pasen más cosas y ¡puf! el 2025 promete.

Más noticias
Noticias Relacionadas