Dolarización endógena. Este es el concepto de Javier Milei para todo 2025, y con el que el Presidente y su ministro de Economía quieren sostener la política cambiaria durante todo este ejercicio. Y más allá de este año también. Y la idea que Javier Milei y Luis Caputo conversaron de manera directa con la titular del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, para terminar de cerrar el acuerdo que el país y el organismo están negociando, y que según las palabras del propio ministro de Economía dichas esta semana tendrá que presentarse en sociedad antes de que termine el primer cuatrimestre del año.
Esta “dolarización endógena” implica que el mercado monetario local profundizará la llegada de divisas de parte de las empresas exportadoras, los argentinos y residentes en general y el dinero que aporte el FMI, para sostener el crecimiento de la economía y el nivel de consumo interno, ante una contracción total de pesos emitidos por el sector público.
Ante el sostenimiento de la base monetaria, en teoría, comenzaría la liquidación de dólares en posesión de activos financieros, y la consecuente caída en el valor de la divisa. El dólar debería sostenerse en los niveles actuales, más la devaluación mensual del 1% dispuesta por la política de crawling peg (sin extras ni aditivos adicionales), evitando en realidad que el precio de la divisa caiga aún más que las cotizaciones actuales. Y que, según la medición del propio Gobierno en comparación con el tipo de cambio promedio del fin de la convertibilidad, no se acerque a niveles inferiores a los 1.000 pesos por unidad. Una posibilidad cierta, según los Excels de Milei.
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En el caso del dólar blue, directamente el Ministerio de Economía ignora su evolución, cotización y análisis. Para el oficialismo, la única brecha importante a reducir es la de los financieros, teniendo en cuenta que es en el CCL donde espera la venta de divisas adquiridas en el dólar oficial. Política que hoy cumplirá su primera semana de vida, sin mayores precisiones sobre su aplicación.
La idea de la “dolarización endógena” (que los dólares que están fuera del sistema ingresen, y no al revés) fue presentada con realismo por el propio Toto Caputo, con la ya histórica frase de mediados de 2024 recomendando “vender dólares para pagar impuestos”. En realidad, lo que quiso decir el ministro de Economía es que la moneda local se va a fortalecer durante el transcurrir del semestre, y la conveniencia sería que los dólares estancados sirvan para atender gastos y costos locales, sin perder posiciones financieras en moneda doméstica.
El Gobierno busca que la gente saque sus dólares y los venda para pagar gastos corrientes. Desde el Gobierno se buscará habilitar todas las posibilidades existentes de consumo alto, medio y bajo en divisas, buscando que los dólares acumulados fuera del sistema entren al mercado cambiario local. Sin restricciones. Calcula el Gobierno, en base a datos históricos, que hay fuera del sistema financiero argentino (y en consecuencia fuera del consumo), entre 400 mil y 500 mil millones de dólares en manos de residentes privados y empresas que navegan en los márgenes de la formalidad. Y la idea es que aunque sea una parte continúe ingresando durante 2025 para sostener la necesidad de divisas y volcarse al consumo interno. La intención oficial es que se normalice la circulación de dólares para el consumo, fomentando más temprano que tarde todo el consumo posible en cualquier tipo de materias. Desde la compra de inmuebles, automóviles o cualquier bien registrable, hasta la posibilidad de adquirir pasajes y estadías turísticas en cuotas en dólares, siempre que las divisas salgan de los colchones y no de las arcas del Banco Central.
La estrategia se cruza con la puesta en marcha del blanqueo de capitales, que hasta el cálculo de enero de 2025 había aportado unos US$ 30 mil millones, y que tiene una vida útil hasta el último día hábil de enero.
Para que esto funcione, el Presidente y su ministro tendrán que comenzar a convencer a los operadores económicos en general de que efectivamente hay posibilidades de mejorar la competitividad de Argentina, a partir de una reducción de los costos de producción y comercialización, en la misma vía que la baja de impuestos como el PAIS y las retenciones, más un próximo paso, que podría ser el impuesto al cheque, decisión programada para luego de la firma del acuerdo con el FMI. Hay un dato importante en este sentido. En enero la recaudación impositiva se movió en dos puntos porcentuales por arriba de la inflación, que según los datos oficiales del Indec publicados el jueves de la semana pasada se ubicó en un 2,2%. Si se replicara el nivel de ingresos tributarios de enero en febrero (dato que se conocerá la primera semana de marzo), sería el tercer mes consecutivo que la Agencia de Recaudación y Control Aduanero (ARCA) mostraría ingresos superiores a la inflación, una de las variables que, se sabe, más de cerca mira el FMI.
Se trata de una jugada de alto riesgo. Pero, afirman, seriamente posible. El presidente Milei y Toto Caputo se respaldan firmemente en la cruzada.
Hay antecedentes. Sergio Massa lo vivió en carne propia cuando llegó al Ministerio de Economía en el segundo semestre de 2022: cambió el panorama financiero del país con un esquema de recompra de dólares y mejoró las perspectivas cambiarias. Luego repitió en el primer semestre de 2023 la magia, al instrumentar un esquema de venta de bonos en manos de Anses para aumentar la oferta de divisas ante una demanda estancada, programa criticado en su momento (especialmente por liberales que hoy comienzan a aplicar un esquema similar) pero que le dio al entonces ministro de Economía herramientas para pelearle con cierto éxito, siempre a costa del especulativo mercado cambiario.
Luego, para el segundo semestre, la idea se fue agotando al ritmo de la sequía, que provocó una baja en la liquidación de divisas, y un plan económico que no pudo cerrar la canilla de emisión monetaria. Finalmente, la brecha superó el 50% y llegó a niveles récord al momento de ir a votar. Ahora Milei repite la experiencia, que otra vez puede ser efectiva en el corto plazo, pero deberá ser modificada en el mediano plazo si es que se quiere convertir el programa en un esquema cambiario y monetario serio.
Los mercados seguirán expectantes y a la espera de que el Gobierno pueda demostrar que domina la situación cambiaria y monetaria. Miran expectantes los operadores cambiarios, especialmente los que de manera más o menos habitual se dedican a especular contra la moneda local y las aspiraciones de los funcionarios de turno a dominar la demanda de dólares. Nada para criticar. Sino más bien para tomar como una parte del acervo cultural del ahorro argentino.