lunes, 23 diciembre, 2024
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Reaparición del crédito: volver a endeudarse

El primer año de gestión económica del Gobierno encontró a la economía argentina, una vez más, frente a un dilema, pero muy diferente a otras encrucijadas anteriores. Por primera vez en casi dos décadas, la administración Central no precisa del financiamiento del Tesoro: el superávit primario de estima que estará en torno al 4,7% y el total, arñando el 1%. Esta es la primera gran novedad para el prontuario de la política económica argentina, que contribuyó a la fama de Argentina como defaulteadora serial.

Las cifras dicen. El economista Nadin Argañaraz, presidente del IARAF, destaca que la magnitud del ajuste fiscal nacional realizado en los primeros 11 meses del año 2024: anualizado, equivale a 4,7% del PBI, es decir 0,3% más que los necesarios para eliminar el déficit fiscal. “En efecto, si el Gobierno desea cerrar el año con superávit fiscal de 0,3% del PBI, el ajuste fiscal de este mes de diciembre debe ser de 1% del PBI. Esto significa que en el último mes del año debe concretar la quinta parte del ajuste anual necesario”, anticipa Argañaraz.

Un año de ajuste severo (yendo de mayor a menor, como indican todos los análisis) lleva directamente a la retracción en el consumo privado y público, a la ralentización de las inversiones y a un progresivo desarme de las posiciones especulativas, alimentadas en las expectativas de fin de 2023 de un riesgo cierto de una hiperinflación que, sobre todo, sobrevaloraba el tipo de cambio. No hay más que verificar el flujo del turismo internacional entre ambos veranos para darnos una idea de la magnitud del brusco cambio de precios relativos. Con una brecha que llegó a rozar el 150%, los precios en moneda dura eran tan absurdos un año atrás como poco representativos en la actualidad. El flujo de comercio en las localidades limítrofes se invirtió en menos de un año. Por ejemplo, en una reconocida cadena de farmacias, una ciudad limítrofe tenía su local en el puesto 64° en el ranking nacional de ventas y pasó a ser el 2° por el efecto del “contrabando hormiga”.

Esta tendencia irrumpe en un escenario también novedoso para nuestra “anormalidad”. Camilo Tiscornia, director de la consultora C&T Asesores Económicos señal que a medida que el Estado se retira como tomador de crédito queda capacidad prestable. “Aparece ahorro disponible para financiar al sector privado y esto creo que vale tanto para pesos como para dólares. Ese canal ya está y lo que se viene planteando ahora es que se facilite la expansión del universo de los que toman crédito en dólares, obviamente que es una forma de facilitar también esa expansión”, explica. Los bancos tienen abundante liquidez, con relación a los depósitos que han recibido, por lo que podría evaluarse si existe margen para que sigan prestando, Pero también debe haber una limitación que se podría salvar si se relajara la restricción de que sólo le pueden prestar a los exportadores. “A mí me parece que es una medida de tipo macro prudencial que me parece muy importante y si se llegara a ampliar habría que estudiar muy bien cómo se identifica el tipo que va a tomar ese préstamo realmente tiene ingresos cubiertos por la moneda en la que se da el crédito”, añade.

La incertidumbre sobre el futuro había alejado, incluso, a los ahorristas de los bancos como entidades para resguardar sus fondos produciendo un lento pero continuo drenaje de depósitos privados en dólares durante los últimos tres años. El blanqueo y la tranquilidad relativa del mercado cambiario durante un semestre dio vuelta la ecuación. Se estima que US$22.000 millones fueron capitalizados y que si bien no había obligación por parte de las más de 300.000 cuentas CERA (especialmente abiertas para este fin). Si bien no había obligación de dejar los fondos, la gran mayoría sí lo hizo y entonces, el desafío del día después de los bancos es cómo seducir al ahorrista para que canalicen esos fondos y no vuelvan al colchón.

Así, los depósitos privados en dólares que llegaron a tocar US$34.380 millones se estacionaron con el drenaje posterior en US$31.830 millones. Un número que poco tiempo atrás era una utopía pero que hoy le plantea al sistema bancario un desafió mayúsculo: volver a trabajar en lo suyo y no en agentes de financiamiento de un Tesoro angurriento.

Cartera a medida. El arsenal de herramientas que diseñan las entidades pasa fundamentalmente por el mercado de capitales: emisión de Obligaciones Negociables en dólares de empresas previamente calificadas y fondos de inversión orientados las diversas sensibilidades al riesgo y necesidades de liquidez que buscan los ahorristas.

“El reciente dato de inflación de 2,4% mensual en noviembre fue una sorpresa positiva, al ubicarse 0,4 puntos por debajo de lo esperado. Este contexto favorable nos impulsa a extender los plazos y buscar mayores retornos en el tramo largo, manteniendo una posición neutral entre instrumentos CER y tasa fija”, comenta Francisco Speroni, analista senior de Cohen Aliados Financieros.

Para 2025 anticipa más recortes en la tasa de política monetaria, junto con una moderación en el ritmo del crawling peg. “En un contexto de desaceleración inflacionaria, esperamos que el equipo económico mantenga su enfoque actual de buscar tasas (casi) neutrales en términos reales pero positivas en relación con el tipo de cambio oficial”, cierra.

Un estudio realizado por un reconocido banco privado de plaza arrojó que durante 2024 el crédito creció casi 225% (205% interanual en pesos) y 115% en dólares. Este dato parece sugerir que en un año que todavía no puede alcanzar los niveles de consumo previos a la corrida inflacionaria, el aumento del crédito puede tener dos fuentes de origen vinculadas: por un lado, el aumento de la oferta de dólares por el superávit comercial del primer semestre y el blanqueo, pero también por la reaparición del crédito al consumo por la desaceleración de la inflación y la baja de tasas correlativas al desactivarse las expectativas de inflación.

Consumo a la vista. El PBI creció en el tercer trimestre del año 3,9% respecto al trimestre anterior, pero todavía, con respecto al mismo período de 2023 está 2,1% por debajo. Por el lado de la demanda, los segmentos que más rebotaron son los que más venían sufriendo la recesión: formación bruta de capital fijo (+12%), consumo privado (+4,6%) y consumo público (+0,7%).  Pero también, todos estos rubros están en términos negativos en la comparación con el tercer trimestre del año anterior: -16,8% (capital fijo), -4% (consumo público) y -3,4% (consumo privado). Con respecto a este último indicador, la suba apreciable de este trimestre no compensa aún la caída de los dos primeros del año (-5,7%).  “Para una recuperación necesita un aumento del salario real y el ingreso disponible. Las mejoras de los ingresos reales en los últimos meses ayudaron, pero todavía no se puede hablar de una recuperación total”, pronostica el último informe de Ecolatina. En concreto, prevé una mejora del poder adquisitivo de 10% interanual para el año entrante, que será la base sobre la cual el consumo podría recuperar buena parte de lo perdido este año.

El desafío para las proyecciones más precisas para 2025 tiene que ver con que la actividad económica viene mostrando un desempeño muy heterogéneo, irregular y en forma de “serrucho”. “Algunos indicadores muestran que la recuperación del último trimestre del año se mantendrá, aunque será menos vertiginosa que la del tercer trimestre”, concluye.

Quizás el mejor ejemplo de cómo un círculo vicioso se puede transformar en uno virtuoso gracias a un marco diferente es el inmobiliario. La construcción fue en este año uno de los sectores más castigados por la devaluación original, la inestabilidad y la caída de los ingresos de los potenciales tomadores. Con una inflación proyectada en el orden del 30% anual para 2025 reapareció el crédito hipotecario ajustado por el índice UVA y con tasas que ahora se acomodaron en el 6% anual. El economista Fernando Marull que el índice del precio de venta en dólares blue en términos de salario formal por metro cuadrado pasara de 4,6 veces en 2023 a 2,4 en diciembre. Una explicación de por qué la demanda de créditos hipotecarios aumentó un 46,8% en el tercer trimestre del año. Un número que no asombra si se considera que Argentina todavía presenta dentro de la región el menor stock de hipotecas con respecto al PBI (no llega al 1%). Con la vara tan baja, todo es para ganar si el crédito también hace los deberes.

por Tristán Rodríguez Loredo

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