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Fútbol y homosexualidad, una polémica arcaica

Manuel Sánchez Gómez

Londres, 4 dic (EFE).- Hace apenas dos semanas, Sam Kerr, una de las mejores jugadoras del Chelsea, y Kristie Mewis, del West Ham United, anunciaron que van a tener un bebé. Esa noticia estuvo acompañada en redes sociales de una serie de comentarios homofóbicos que demostraron lo lejos que está aún el fútbol de la inclusión, la igualdad y la libertad de las personas.

«Es simplemente inaceptable que existan estos comentarios, más aún en 2024», aseguró Sonia Bompastor, entrenadora del Chelsea, al tiempo que su club y también el West Ham condenaron y pidieron represalias por lo publicado en decenas de cuentas que se ocultan en redes sociales.

Y este no es un hecho aislado, como ha quedado constatado esta semana.

Como lleva haciendo desde 2013, la Premier League lanzó la campaña «Stonewall Rainbow Laces», por la cual se visibiliza a la comunidad LGTB y se anima a su inclusión en el mundo del fútbol.

Esta iniciativa, entre otras cosas, incluye la posibilidad de que los capitanes de los veinte equipos porten un brazalete con la bandera arcoíris. No es algo obligatorio, es simplemente una elección. Dieciocho de ellos lo hicieron sin problemas y dos lo pusieron en entredicho.

El egipcio Sam Morsy, del Ipswich Town, se negó a ello. No lo hizo ni contra el Nottingham ni contra el Crystal Palace, portando en su lugar el habitual brazalete negro. Su escudo, las «creencias religiosas».

El club, tras varios párrafos corroborando su compromiso con la comunidad LGTB, afirmó en un comunicado que apoya la decisión del jugador.

Conviene recordar que portar este brazalete simplemente insta a que las personas homosexuales se sientan incluidas, apoyadas e iguales dentro de un deporte en el que los cánticos ofensivos están a la orden del día y en el que los futbolistas que se han declarado homosexuales pueden contarse con prácticamente los dedos de una mano.

«Respeto las creencias de Morsy, pero es muy decepcionante, dado todo lo que ha hecho el club. Es solo un pequeño gesto que habría provocado que mucha gente se sintiera incluida y bienvenida», dijo a «The Athletic» Francine Fisher, que lleva el grupo de aficionados LGTB del Ipswich.

Morsy no fue el único en poner en entredicho esta medida. Marc Guehi, capitán del Crystal Palace, sí llevó el brazalete, pero escribió con un rotulador la frase «Amo a Jesús». Esto contraviene las reglas de la federación inglesa (FA, por sus siglas en inglés), que deja muy claro que los mensajes políticos y religiosos no tienen cabida en el equipamiento deportivo.

Sin embargo, la FA decidió no sancionar al jugador inglés y en su lugar le escribió una carta recordándole su responsabilidad como futbolista de alto nivel.

Lejos de acabar aquí la polémica, este miércoles, «The Athletic» sacó a la luz que los jugadores del Manchester United se negaron a llevar una chaqueta con los colores del arcoíris porque su compañero Noussair Mazraoui no quería hacerlo, al ser musulmán e ir esto en contra de sus creencias religiosas.

Pese a que este medio cita que varios jugadores no estaban de acuerdo con la decisión de dejar la chaqueta en el vestuario -tendrían que haber salido al campo con ella-, lo cierto es que optaron por defender a Mazraoui antes que realizar ese gesto simbólico.

El United, como hizo el Ipswich anteriormente, se escudó en la libertad de expresión y recordó sus acciones por la comunidad.

El lateral izquierdo ya hizo algo similar en mayo de 2023, cuando mostró públicamente su apoyo a un jugador del Toulouse que se negó a seguir una campaña LGTB. Los aficionados del Bayern Múnich se lo reprocharon con una pancarta: «Todos los colores son bellos. En Toulouse, Múnich y en cualquier lado. Respeta nuestros valores, Mazraoui».

Si se escarba un poco más, se puede recordar el bochornoso espectáculo del Mundial de Catar 2022, cuando siete selecciones renunciaron a llevar el brazalete arcoíris, bajo amenaza de la FIFA y de sanciones deportivas y económicas. La FIFA incluso advirtió de que sacaría tarjeta amarilla al capitán en el primer minuto de juego si llevaba esa prenda.

En el caso de Inglaterra, fue la propia FA la que pidió a Harry Kane, el capitán de los ‘Tres Leones’, que no llevara ese símbolo.

Muchos soñaron con que Kane o cualquiera del resto de capitanes desobedecieran esas órdenes y le dieran a Catar la imagen que no quería. Un árbitro amonestando a un jugador por llevar un brazalete arcoíris. No ocurrió. EFE

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