En la era digital, nuestros teléfonos se han convertido en algo más que simples herramientas de comunicación. Además de ser un medio para conectar a las personas, estos dispositivos también actúan como ventanas a nuestro mundo privado, donde se almacenan fotos, mensajes y ubicaciones.
Un reciente estudio realizado en Australia ha puesto de manifiesto que el uso excesivo del teléfono móvil dentro de las relaciones de pareja podría ser una señal de alerta para detectar patrones de control tecnológico.
El estudio, llevado a cabo por el Social Research Centre en colaboración con la eSafety Commissioner, revela datos alarmantes sobre cómo ciertos comportamientos relacionados con el uso del teléfono móvil se están normalizando dentro de las relaciones íntimas. Desde exigir el acceso a los códigos de dispositivos hasta rastrear la ubicación de la pareja, estos comportamientos, que muchos podrían considerar como actos de “cuidado” o “preocupación”, son en realidad manifestaciones de un abuso más sutil y peligroso conocido como control coercitivo basado en la tecnología.
Según los resultados de la investigación, casi un cuarto de los australianos considera que es razonable esperar tener acceso a las contraseñas de los dispositivos personales de su pareja, mientras que un 13,6% cree que es aceptable rastrear la ubicación de su pareja mediante aplicaciones de geolocalización, como Life360 o Find My Friends. Estas cifras ponen de manifiesto una preocupante tendencia hacia la normalización de comportamientos que anteriormente podrían haber sido vistos como invasivos o incluso abusivos.
El control coercitivo tecnológico no se limita solo a acceder a dispositivos o seguir la ubicación de una persona. Los resultados del estudio también incluyen otras prácticas que, si bien pueden parecer inofensivas o incluso consideradas como “actos de cariño”, son en realidad señales de control. Por ejemplo, un 28,7% de los encuestados considera que revisar cómo se ve una persona en una foto antes de que ésta sea publicada en redes sociales es una señal de cuidado. Además, el 19,1% cree que es una muestra de amor exigir que alguien esté constantemente disponible para responder llamadas, mensajes de texto o videollamadas.
Un control que se disfraza de cariño
La Comisionada de eSafety, Julie Inman Grant, advirtió que este tipo de comportamientos no son simplemente una forma de preocuparse por el bienestar de la pareja. Según sus palabras, “el control coercitivo basado en la tecnología no es un acto aislado de abuso, sino un patrón de comportamientos controladores”. La dificultad de detectar estos comportamientos radica en que, a menudo, los agresores los justifican como gestos de “cuidado profundo” o “preocupación”. Sin embargo, como señala Inman Grant, “es abuso disfrazado de amor, un lobo con piel de cordero”.
Este fenómeno es especialmente problemático porque los dispositivos móviles, que están presentes en todas partes y casi siempre conectados a internet, permiten a los abusadores invadir cada rincón digital de la vida de la víctima, sin que esta se dé cuenta de inmediato. Las víctimas suelen ser mujeres y niños, y a menudo el abuso solo se hace evidente cuando la persona ya está atrapada en una red de control total sobre su vida digital y real.
Una de las razones por las cuales el control coercitivo tecnológico es tan insidioso es que puede infiltrarse en cada aspecto de la vida diaria de una persona. Las aplicaciones de seguimiento, los mensajes constantes y las demandas de acceso a dispositivos son solo algunas de las formas en las que los abusadores ejercen poder sobre sus parejas. Según la investigación, este tipo de abuso puede ser particularmente peligroso porque puede dejar cicatrices psicológicas profundas, aunque no siempre se vean “moretones” visibles. Las víctimas suelen estar sometidas a un control constante y, en muchos casos, no pueden escapar fácilmente de esta situación debido a la dependencia emocional o al miedo a las represalias.
El perfil de los abusadores y las víctimas
El estudio también destaca diferencias significativas en la percepción de estas conductas según el género y la edad. Los hombres, especialmente los más jóvenes, son más propensos a ver el seguimiento y el acceso a los dispositivos de su pareja como una expresión de cuidado. Esto podría reflejar una falta de conciencia sobre los límites saludables en una relación, así como una creciente tolerancia hacia el control y la vigilancia digital.
La Comisionada Inman Grant también señaló que, si bien el control coercitivo basado en la tecnología puede afectar a todas las personas, las mujeres, especialmente aquellas en relaciones tempranas, son más vulnerables a caer en estas dinámicas abusivas. La infiltración digital en la vida privada de una persona puede tener efectos devastadores, desde el aislamiento social hasta el trauma psicológico a largo plazo.
Ante el creciente problema de la violencia basada en la tecnología, varios gobiernos y organizaciones están tomando medidas para combatir este tipo de abuso. En Nueva Gales del Sur, por ejemplo, se introdujeron leyes para proteger a las víctimas de control coercitivo, lo que incluye medidas de protección para aquellas personas que están siendo sometidas a este tipo de abuso digital.
Además, se están llevando a cabo campañas de concientización, como la promovida por la Telco Together Foundation, para educar tanto a las empresas como a los ciudadanos sobre los peligros del control coercitivo tecnológico y cómo detectarlo. Según Renee Bowker, directora ejecutiva de la fundación, el sector de las telecomunicaciones tiene una “gran responsabilidad” en la lucha contra este tipo de abuso, ya que las empresas están involucradas en proporcionar las herramientas que tanto pueden ser usadas para proteger a las víctimas como para perpetrar el control.
Este estudio pone en evidencia la necesidad urgente de reflexionar sobre los límites entre la privacidad y el control dentro de las relaciones. La normalización de comportamientos como el seguimiento constante de la pareja y la exigencia de acceso a sus dispositivos personales es una señal de alerta que no debe ser ignorada. Es esencial que, tanto las víctimas como los testigos, reconozcan las señales de abuso digital y sepan cómo protegerse antes de que estas dinámicas de control se conviertan en una amenaza más seria para la libertad y el bienestar de las personas involucradas.