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El comprador ha hecho una oferta inmensa al frutero que vendió la banana de la obra conceptual. Pero cumplirla no sería tan fácil ni beneficioso.
Una semana después de que un empresario chino de criptomonedas comprara una obra de arte compuesta por un plátano fresco pegado a una pared con cinta adhesiva por 6,2 millones de dólares en una subasta, el hombre, Justin Sun, anunció un gran gesto en X. Dijo que planeaba comprar 100.000 plátanos –o 25.000 dólares del producto– en el puesto de Manhattan donde la fruta original se vendía por 25 centavos.
Pero en el puesto de fruta de la calle 72 Este y la avenida York, frente a las puertas de la casa de subastas Sotheby’s, donde se vendió la obra de arte conceptual, la oferta se enfrentó a las realidades de la vida de un vendedor ambulante de Nueva York.
Costaría miles de dólares conseguir tantos plátanos en un mercado mayorista del Bronx, dijo Shah Alam, el empleado bangladesí de 74 años que vendió el plátano original utilizado en Comediante, una obra del absurdo que plantea una crítica del mundo del arte del artista italiano Maurizio Cattelan. Además, no sería fácil trasladar tantos plátanos, que vienen en cajas de unas 100 piezas.
Y luego están las matemáticas: la ganancia neta de la compra de 100.000 plátanos por Sun –quien una vez compró una NFT de una roca mascota por más de 600.000 dólares– sería de unos 6000 dólares.
«No hay ninguna ganancia en la venta de plátanos», dijo Alam.
Además, como empleado que gana 12 dólares la hora en turnos de 12 horas, Alam señaló que cualquier dinero pertenecería por derecho al propietario del puesto de fruta, no a él.
Contactado por teléfono, el propietario del puesto, Mohammad R. Islam, de 53 años, conocido como Rana, dijo que repartiría cualquier ganancia entre él, Alam y las otras seis personas que emplea en sus dos puestos de fruta. Sin embargo, dijo que nadie se había puesto en contacto con él para hablar de dicha compra.
Islam se había enterado por un periodista de los planes de Sun, que también incluían ofrecer gratuitamente los plátanos del puesto de Islam en todo el mundo, a quien mostrara una identificación, según su publicación en X. Sun –quien se comió el plátano original durante una conferencia de prensa el viernes en un hotel de lujo de Hong Kong– no respondió a una solicitud de comentarios.
Trabajando bajo la lluvia el Día de Acción de Gracias, el hermano de Islam, Mohammad Alam Badsha (quien no es pariente de Alam) dijo que acogería con satisfacción la compra a granel. Pero tendría poco impacto tangible, dijo Badsha, tanto en la vida cotidiana de los vendedores de fruta como en el abismo que deja al descubierto el plátano de 6,2 millones de dólares y el puesto que lo vendía por 25 centavos.
«Sin duda es una desigualdad», dijo Badsha en bengalí.
Añadió un modismo bangladeshí: era, dijo, la diferencia entre el cielo y el infierno.
Zachary Small y Debadrita Sur colaboraron con reportería. Tiffany May colaboró con reportería desde Hong Kong.
Sarah Maslin Nir es una reportera del Times que cubre todo lo relacionado con Nueva York y a veces más allá. Más de Sarah Maslin Nir
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