Mauricio Wainrot es un destacado coreógrafo argentino con una trayectoria internacional. Después de unirse al Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín, en 1968, dirigió 165 obras en compañías de renombre mundial. Ahora, un documental le rinde homenaje a su vida y obra, celebrando su legado en la danza.
La directora Teresa Costantini estrenó en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata su primera película en siete años, Wainrot, tras bambalinas, una suerte de plano detalle acerca del célebre coreógrafo argentino.
Se sabe, una biografía es siempre el recorte de una vida. La de Mauricio Wainrot interesa por su riqueza y trascendencia en el mundo de la danza. Nacido en Buenos Aires en 1946, de padres polacos judíos inmigrantes y cuyas familias fueran exterminadas en su Polonia natal, Mauricio crece en un conventillo y a fines de los años ’60 comienza su vínculo con el Teatro General San Martín, formando parte como bailarín del Ballet Contemporáneo bajo la dirección artística de Oscar Araiz, y luego de Ana María Stekelman.
En 1982 asume la dirección artística del grupo de danza del Teatro San Martín, período en el cual comienza a desarrollar su carrera como coreógrafo. Así inicia una trayectoria mundial que lo llevó a dirigir obras en numerosas compañías del mundo, entre las que destacan The Juilliard Dance Ensamble de Nueva York, English National Ballet, The Cincinatti Ballet, Ballet Real de Wallonie, Hannover Opera Ballet, Bat Dor Dance Company of Israel, Ballet Nacional de Chile, Compañía Nacional de México y Hubbard Street Dance Company.
El documental que se sumerge en su universo artístico, y busca captar la esencia de su obra, tuvo ya dos funciones, y la tercera es mañana jueves en el Paseo Aldrey (Sala Aldrey 1), a las 20:10.
El proyecto demandó cuatro años
El proyecto, según la realizadora, le llevó más de cuatro años por avatares que surgieron en el camino, incluso del lado de Mauricio, «que tuvo algunas dificultades de salud».
Las entrevistas, combinadas con imágenes de archivo y actuales, permiten entender cómo su vida personal y su trayectoria profesional siempre estuvieron entrelazadas. «En el documental no tengo un guion previo. Encuentro el hilo de la historia a fuerza de ver, soltar, dejar, volver y pensar qué está faltando», dijo Constantini (Felicitas, 2009) en una entrevista reciente. «Primero voy desde mi intuición hacia la persona y después empiezo a filmar. Mientras, voy buscando y acumulando el material».
Y agregó: «Yo no sabía nada de su historia. Ni de dónde viene ni por qué sus padres polacos, inmigrantes, nunca más habían vuelto a Polonia. En la guerra, de toda su familia se salvaron ellos solos. Nadie más».
Mauricio nació en un conventillo. Nunca conoció la Varsovia de sus padres. «De repente, cuando empezamos a filmar, lo invitan a Gdansk, ciudad al norte de Polonia donde se inició la Segunda Guerra. Le dije que entre las tres obras que iba a hacer, debía armar la puesta sobre Ana Frank en Varsovia, para filmarlo ahí. Aunque yo no pude viajar, un equipo de producción de un amigo soñado filmó ese material».
Con testimonios del propio Mauricio Wainrot, Julio Bocca y Paloma Herrera, entre otros, la directora agregó que durante el rodaje sintió que había algo que realmente no conocía del protagonista: «Su capacidad de resiliencia, algo tan potente que hace que siempre salga adelante».
POS