El reconocido peluquero Roberto Giordano murió este viernes al mediodía, a los 79 años, de una afección cardíaca, tras haber sido sometido a una intervención quirúrgica en el Sanatorio Mater Dei, según pudo saber LA NACIÓN.
De acuerdo a la información que accedió este medio, Giordano tenía programada una intervención quirúrgica, pero “no lo resistió”. El estilista y empresario tenía antecedentes cardíacos y llegó derivado al Sanatorio Mater Dei, donde iban a practicarle un TAVI, una técnica que consiste en el reemplazo de la válvula aórtica transcatéter (la nueva válvula se coloca adentro de la válvula dañada).
A mediados de mayo, Giordano concedió una entrevista a este medio en la que se refirió a las afecciones cardíacas que tenía. En aquella oportunidad, había anticipado que iban a realizarle un cateterismo el Instituto de Diagnóstico para ver cómo estaban sus arterias. “Posiblemente, me hagan otro stent más (sic). Yo tengo tres bypass… Acá en Uruguay tengo una cardióloga que me controla, pero todos estos estudios me los voy a hacer allá, en la Argentina”, aclaró por entonces.
Giordano, quien se encontraba radicado desde hace años en Uruguay, había sido condenado meses atrás a tres años de prisión por “insolvencia fraudulenta”, tras declararse culpable ante el juez Jorge Alejandro Zabala, de crear empresas falsas y utilizar testaferros para ocultar bienes y evitar el embargo por la Justicia. “Trabajo desde los 13 como peluquero, era ayudante. Barría las peluquerías y bueno… La Argentina te castiga. Yo tenía 500 empleados, de los cuales 100 fueron a juicios laborales. La Argentina es inviable para un inversor y hasta que no se cambien las leyes por una ley laboral que favorezca también al empleador…”, se defendía.
“Acá tienen una mentalidad muy distinta. Es un país chico que tiene todo, que tiene llegada (sic) jurídica… Cuando manejo tengo cuidado con las motos, porque a las cinco de la tarde salen todos de trabajar, y miro más lo que están haciendo las motos que lo que hago yo. Acá se cuida a todo el mundo, porque acá el que rompe paga”, decía sobre su cambio de vida en el país vecino.
Sin embargo, el estilista aseguraba no tener rencores con la Argentina. “Me dio todo. Yo amo la Argentina. Yo estoy acá en Uruguay por los afectos”, aseguraba en referencia a su hijo Luciano y sus nietas Pía y Lara, que se encontraban viviendo allí. “La Argentina va a salir adelante, confío en Milei y que la Argentina va a crecer. (…) Yo amo a mi país y va a salir adelante. Si cambian las leyes laborales va a ser maravilloso. A mí me tocaron las leyes viejas, pero la Argentina nueva… A mí me tocó el kirchnerismo, que el empresario tenía que morir, pero bueno, con la Argentina nueva viene un empresario nuevo. Lo económico no sirve, no te llevás nada. Lo importante es la salud. ¡Vamos por una Argentina nueva!”, subrayaba con entusiasmo.
Fue a comienzos de los 90 que Giordano comenzó a posicionarse como uno de los empresarios de la moda más poderosos del país. Su verborragia, sumada al crecimiento de su cadena de peluquerías, lo llevó a organizar una serie de desfiles que se convirtieron en un clásico veraniego, en Pinamar, Mar del Plata y Punta del Este. “¡Qué noche, Teté” y “Moviendo las cabezas” eran algunos de los latiguillos a los que solía recurrir y que quedaron para siempre ligados a su imagen.
Valeria Mazza, Pampita Ardohain, Dolores Barreiro, Nicole Neumann y muchas otras top, fueron protagonistas de esas pasarelas que solían tenerlo como conductor, generalmente acompañado por su amiga Teté Coustarot. Figuras internacionales como Sophia Loren, Robert De Niro, Alain Delon y Jean Claude Van Damme, o locales como Diego Maradona y Mirtha Legrand, también solían participar desde la platea, como invitados especiales de esos glamorosos encuentros que llegaron a ser televisados en el prime time de los canales de aire.
Giordano mantuvo una mediática rivalidad con otro de los grandes estilistas de la época, Miguel Romano. “Empecé con Mirtha Legrand, cuando ella comenzó con el programa en Canal 9. Después llegó (Roberto) Giordano, no sé qué arreglo habrá hecho con ella y siguió él”, admitía Romano tiempo atrás en una entrevista con LA NACIÓN, dando cuenta de los celos profesionales que había entre ellos. “Él venía a verme y me decía ‘maestro’, siempre me admiró. Ya no trabaja más”, sumaba luego, con cierta ironía.
Más allá de las rivalidades, Giordano sí reconocía a Fabio Cuggini como una suerte de heredero natural: “Es un hombre verborrágico, pero con un empuje que quiere jerarquizar la profesión. Porque es la única forma de hacerlo, que sea una profesión sin sindicalismo, porque el sindicalista que tiene lo puso la dictadura y no deja crecer. Él quiere que no cualquiera sea peluquero, sino que tenga un título nacional, que sepa idiomas, que conozca la profesión profunda”.
Los últimos años del estilista estuvieron marcados por sus problemas con la justicia y el derrumbe del imperio que él mismo había construido en pleno menemismo. Su quiebra personal se declaró en el 2008, aunque él se negaba a hacer a un lado su costado mediático. Así, en enero de 2010 se propuso hacer un “regreso con gloria” y organizó un desfile en el Hotel Conrad de Punta del Este; fiel a su estilo, al enterarse de que había representantes de la Dirección General de Impuestos uruguaya presentes, pidió un aplauso al público para homenajearlos. “Los de la DGI pidieron seis asientos ¿Dónde están sentados? Uno andaba por ahí tomando mate… No tenemos nada que esconder”, dijo en ese momento, invitando al público a celebrar su presencia en el desfile.
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