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La industria y la construcción piden un plan productivo

La actividad de la industria manufacturera va camino de cerrar otro año en rojo, uno más de los arriba de diez que acumula desde que el INDEC arrancó la serie, en 2004. Con un movimiento siempre zigzagueante, el sector llegó a orillar una participación del 19% en el PBI total en uno de sus mejores registros, pero después entró en un tobogán del que no termina de salir y, así, lo que era un 19% hoy ronda el 14%.

Los datos de septiembre son, justamente, una muestra de ese andar: de las 16 actividades que aparecen en la estadística oficial, 12 llevan el signo menos. Comparadas con el 2023, algunas portan un menos del 25,8%, como la producción de máquinas y equipos, incluido el 19,8% de la maquinaria agropecuaria; un 16% le toca a autos, autopartes y carrocerías, el 18% a textiles y el 14% para la industria metalúrgica.

Nada de otro mundo, sino bien de una economía que vuela bajito, el derrape de la industria pega directo en el empleo. Según datos del CEU, el centro de estudios de la Unión Industrial, la caída en las actividades productivas que hubo entre septiembre del 2023 y julio del 2024 liquidó nada menos que 168.000 puestos de trabajo de los formales, registrados, con coberturas laborales y de salud y aportes jubilatorios.

Números, nuevamente números. De esos 168.000 puestos de trabajo, 30.700 se cayeron directamente en la industria manufacturera, 95.400 en la construcción y 22.000 en el campo de las actividades empresarias y financieras. Sobre el empleo privado provincial, el informe del CEU anota 60.800 bajas para Buenos Aires, 17.200 en CABA y 13.600 en Santa Fe.

Para completar el cuadro, vale contar cómo se reparte el empleo formal en tres actividades clave del sector privado: 19% se concentra en la industria, 6% en la construcción y 20% en el comercio mayorista y minorista. Se entiende, entre los tres reúnen el 48% del PBI, o sea, casi la mitad de la actividad económica.

Lo que sigue en la secuencia que cruza recesión y pérdida de puestos de trabajo viene cantado y se llama derrumbe de la inversión. Fierros como le dicen los industrialistas, en maquinarias y equipamiento tenemos bajón del 33% en el primer trimestre de 2024 y del 29,4% en el segundo. Y en la formación bruta de capital fijo, o sea inversión en sentido amplio, otro del 29,4%.

Queda claro así que ese jugador fuerte y fuerte en toda la cancha, participa muy poco en el partido de la industria o entra en aquellas actividades que cuentan con las muy consideradas ventajas comparativas. Y asoman visibles, en la queja de los empresarios, que el histórico déficit de infraestructura, ahora potenciado por el ajuste fiscal, la competencia desleal con importaciones de bienes terminados y los sobrecostos internos aquí juegan en toda la cancha .

Apurada por complicaciones parecidas, la construcción anota en septiembre una caída interanual del 24,8% y otra del 29,5% entre enero y septiembre. La estadística del INDEC que compara 2024 con 2023 cierra con una seguidilla de números rojos que va de abril 23 a septiembre 24 y que incluye entre los de este año a algunos de color rojo intenso, como el 42% de marzo, el 37,3% de abril y el 35,3%.

En la comparación ya no del 24 contra el 23, sino del 24 contra el 24 aparecen números que el gobierno libertario celebra como el fin de la recesión y el arranque de la reactivación. No hablan de una levantada muy potente por cierto, aunque algunos funcionarios los revistan con los colores del cambio de época: en septiembre versus agosto aún tenemos muy modestos 2,4 y 2,2%, rodeados de varios con signo negativo.

Suena bastante obvio que con eso solo no alcanza para lanzarse a fondo con el pregón del crecimiento; entre otras cosas, porque una condición necesaria dice que ahí el cambio es verdaderamente cambio cuando es percibido por la población. Y sobre todo, cuando se nota en el empleo.

Luego, el argumento que explica los bajones de este año en el plan platita previo a las presidenciales del año pasado luce insuficiente y de efecto corto si no mejora, en principio, la situación de las clases medias y bajas, empezando por los ingresos.

Nuevamente números, en el caso de la construcción. Un indicador que mide las ventas de insumos clave y alude justamente a los ingresos anota caídas del 28% en octubre y del 28,7% de enero a octubre, con derrapes del 47,4% en sanitarios de cerámica, del 36% en hierro redondo y del 34% en hormigón.

Y además, el desempleo. Ahora según datos del INDEC, entre agosto del 2023 y agosto del 2024 se perdieron 81.500 puestos de trabajo en la construcción, esto es, un saque grande en apenas doce meses sin que esta vez pueda pesar seriamente el argumento del plan platita de Massa y compañía.

Una encuesta del INDEC, desplegada entre grandes constructoras y apuntada a octubre-diciembre de este año, cierra el círculo de un modo previsible, aunque bien poco estimulante.

Sobre la perspectiva de variaciones en el nivel de actividad, entre el 51% y el 69,7% no prevé nada que mejore la actual situación y un 34% cree que hasta puede empeorar. Y acerca de la cantidad de personal ocupado, un punto a la vista sensible, del 66,7 y el 77% de los consultados no pronostica cambios, esto es, quedaría tal cual está hoy.

Sin necesidad romperse la cabeza, bien evidente, lo que este panorama pide es un plan productivo. Nada de otro planeta y nada que no haya sido dicho, ni piense mucha gente.

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