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La carta de Mariano: un puente entre generaciones en pos de la esperanza

Mariano Pedrozo decidió rescatar una antigua carta de su juventud, en la que plasmó sus anhelos para el pueblo y reabrir el debate sobre cómo mejorar presente y futuro.

domingo 04 de agosto de 2024 | 8:00hs.

Mariano Pedrozo, de Tobuna, San Pedro, escribió una carta a mano para su pueblo. //Fotos: Carina Martínez.

Hace más de 50 años, cuando la pasión y el idealismo de la juventud ardían en su corazón, Mariano Pedrozo (74), de Tobuna, San Pedro escribió una carta a mano para su pueblo. En esas líneas, expresó su visión de una comunidad unida, donde la solidaridad y el respeto mutuo fueran los pilares fundamentales.

Con el paso del tiempo, la carta quedó guardada en un cajón, como un tesoro olvidado, hasta que hoy, decidió sacarla a la luz como un llamado urgente para la nueva generación. Con la carta en mano, que ya fue digitalizada e impresa, Mariano busca llegar a los jóvenes, invitándolos a leer y reflexionar sobre las palabras que plasmó hace tiempo atrás, como parte de un trabajo práctico para finalizar la primaria, oportunidad que se le presentó recién pasados sus 18 años de edad.

La carta fue digitalizada y reimpresa para las escuelas.

Con estas letras, el hombre insta a recuperar la esencia de la comunidad y así construir un futuro mejor para todos los tobunenses, según adelantó. «Tobuna siempre fue como un puente, muchas cosas se lograron pero otras tantas faltan. Yo ya mucho no puedo hacer, pero como pionero de Tobuna, me gustaría que la nueva generación pueda recuperar la unidad y trabajar de manera organizada», detalló Pedrozo.

La historia de Mariano

Mariano nació y se crió en Tobuna, donde sus padres se instalaron en 1924 provenientes de Brasil. Los Pedrozo eran en ese entonces una de las cuatro familias que  eligieron ese punto de la provincia para desarrollarse y vivir.

Mariano se casó en 1976 con Delfina Núñez (66) y juntos tuvieron dos hijas: Flora y Sonia. Siempre trabajó de manera independiente, mayormente en el obraje porque tal como manifestó «soy enemigo del reloj». 

En simultáneo a sus obligaciones personales mantuvo una vida activa aportando a la comunidad, desde comisiones escolares, por ejemplo. Muchos años fue presidente de la cooperadora de la escuela de la localidad, formó una cooperativa agropecuaria que funcionó durante nueves años,  además gestionó viviendas rurales, entre otros proyectos.

El hombre es, para muchos tobunenses, un ejemplo inspirador de cómo la pasión y el compromiso pueden trascender el tiempo y motivar a construir una mejor ciudad. Así, busca alentar  a las nuevas generaciones a luchar por un mundo mejor sin dejar de conocer la historia de su pueblo y defender la cultura local.

Desde pequeño, aprendió a trabajar. «Con mis padres y nueve hermanos trabajábamos en la chacra. Al principio, a los chicos nos daban las tareas livianas, pero eran épocas muy duras y no era fácil ir a la escuela. Por suerte pude terminar mis  estudios de grande», comenzó relatando.

«Cambiaron mucho las cosas, antes el maestro era como nuestro segundo papá, hoy ya no es así», señaló. El hombre interpreta que en estos tiempos se perdieron algunos valores como el del trabajo y resalta que siempre buscó proyectos en pos de mejorar la calidad de vida de sus compueblanos, aunque muchos anhelos no le fueron posibles alcanzar por cuestiones burocráticas.

Y después de mucho luchar, recordó aquella carta donde soñaba con una colonia unida y pujante y decidió desempolvarla para inspirar a otros.

Un tesoro olvidado

Entre tantos papeles y fotografías que atesora y forman parte de su historia, Pedrozo encontró la antigua carta y decidió sacarla a la luz. Ese escrito, que hoy pretende llegue a las escuelas del lugar, pone en evidencia su perseverancia, esas ganas de superarse y enfrentar nuevos desafíos.

Cuenta por ejemplo, que como su madre estaba muy enferma, tenía que cuidarla y por eso no pudo ir a la escuela a su debido tiempo, hecho, que para él, representaba algo muy importante. Por eso, apenas se le dio la oportunidad, terminó el colegio en la Institución de las hermanas Vicentinas.

«En el año 1969, decidí terminar la primaria y en un momento de ese trayecto, pidieron a los alumnos redactar un texto sobre que sentían por Tobuna, por mí pueblo, algo sobre su historia y qué anhelaba yo. Y fue así como escribí la carta», recordó con enorme nostalgia.

«Me dieron premios, me felicitaron pero eso después se fue a un cajón», explicó Mariano. Pese al paso del tiempo, allí permaneció intacta  la carta, guardada en un cajón, como ejemplo de su convicción y ganas de dejar algo más para su querida Tobuna. Y con más de 50 años, cargados de lucha, sufrimiento y mucho esfuerzo, el recuerdo de los sueños juveniles se hizo presente.

Un mensaje de esperanza

Hoy a sus 74 años, Mariano recuerda que en muchas oportunidades tuvo que caminar por más de 40 kilómetros solamente para llevar la mercadería básica hasta su casa.

Hoy, está alejado de las actividades comunitarias, sin embargo quiere transmitir  sus experiencias y sabiduría para ayudar a otros, para trabajar de manera mancomunada, para darle valor agregado a la producción local, por ejemplo.

Por ello, está convencido de que sus escritos pueden impulsar algún tipo de un cambio. «Esto puede servir a la juventud, que vean, lean y crean, que está al alcance de ellos, crecer como pueblo y no ser simplemente un puente».

«Quiero que se repita esa unión de los primeros pioneros, hay muchos cambios y para alcanzar los objetivos tienen que organizarse, luchar para que Tobuna tenga un secadero de yerba por ejemplo, que sería algo muy valioso para todos. Tiene que haber un cambio, revalorizar el trabajo, los valores y el respeto. Los niños a quienes se les inculcan esos valores crecen con otra perspectiva», reiteró Mariano.

Para que hoy el escrito fuera digitalizado, mucho tuvo que ver la docente María Kirilinko quien leyó la carta, se conmovió y contactó al reconocido escritor Marcelo Moreyra.

Moreyra, a su vez, se puso en contacto con Mariano y lo incentivó a hacer pública su pasión juvenil, por su valor histórico y para contagiar esa fuerza de esperanza. De esta manera, el escrito fue digitalizado e impreso en formato de folleto a cargo de Daniel González. Ahora, la idea es que pueda estar entre los materiales didácticos de las escuelas del lugar.

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