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La estrecha relación entre diabetes, problemas cardíacos y enfermedades renales: lo que hay que saber, según un nuevo estudio

NUEVA YORK.– Las cardiopatías, la diabetes y las enfermedades renales figuran entre las patologías crónicas más frecuentes, y todas ellas están estrechamente relacionadas.

Los adultos con diabetes tienen el doble de probabilidades de sufrir una cardiopatía o un accidente cerebrovascular que quienes no la padecen. Los diabéticos de tipo 1 y 2 también corren el riesgo de padecer enfermedades renales. Y cuando los riñones no funcionan bien, el corazón de una persona tiene que esforzarse aún más para bombearle sangre, lo que puede desembocar en una cardiopatía.

Las tres enfermedades se superponen tanto que el año pasado la Asociación Estadounidense del Corazón acuñó el término síndrome cardiovascular-renal-metabólico (CRM) para describir a los pacientes que padecen dos o más de estas enfermedades, o corren el riesgo de desarrollarlas. Un nuevo estudio sugiere que casi el 90% de los adultos estadounidenses muestran ya algunos signos precoces de estas afecciones relacionadas.

Aunque solo el 15% de los estadounidenses cumple los criterios de los estadios avanzados del síndrome CRM, lo que significa que se les diagnosticó diabetes, cardiopatía o nefropatía, o bien corren un alto riesgo de padecerlas, las cifras siguen siendo “astronómicamente más altas de lo esperado”, dijo Rahul Aggarwal, cardiólogo del Brigham and Women’s Hospital de Boston y coautor del estudio.

También la obesidad es una condición de riesgo para las tres patologíasshutterstock – Shutterstock

La investigación sugiere que la gente debería prestar atención desde el principio a los factores de riesgo compartidos de estas enfermedades, como el exceso de grasa corporal, niveles descontrolados de azúcar en la sangre, la hipertensión y los niveles altos de colesterol o triglicéridos.

Los riñones, el corazón y el sistema metabólico (que ayuda a transformar los alimentos en energía y mantiene los niveles de azúcar en sangre) trabajan en estrecha colaboración. Si algo va mal en uno de ellos, puede provocar problemas en los demás.

Uno de los cambios iniciales más importantes en quienes desarrollan diabetes de tipo 2 es la resistencia a la insulina, que se produce cuando el organismo no responde a la insulina después de las comidas como debería. Esto hace que aumenten los niveles de azúcar en sangre.

Con el tiempo, los niveles elevados de azúcar en sangre estrechan y endurecen los vasos sanguíneos. Esto significa que el corazón tiene que trabajar más: la presión sanguínea aumenta para ayudar a las células sanguíneas y a los nutrientes a pasar a través de unos vasos estrechos e inflexibles. (Las personas con diabetes de tipo 1, cuyo organismo no produce suficiente insulina, también pueden experimentar esto si su glucemia está mal controlada).

Esa hipertensión es como el querosén en el fuego. Provoca inflamación en el organismo, dijo Chiti Parikh, directora ejecutiva de Salud Integral y Bienestar de Weill Cornell Medicine de Nueva York. Esta inflamación, combinada con la resistencia a la insulina, eleva los niveles de triglicéridos y colesterol LDL, que contribuyen a la acumulación de placa en los vasos sanguíneos. A la larga, la placa puede romperse y provocar un infarto de miocardio o un accidente cerebrovascular.

Todos estos factores –presión arterial alta, azúcar en sangre descontrolada, y triglicéridos y colesterol LDL elevados– también afectan a los riñones. Pueden reducir el flujo sanguíneo a los riñones y causar daños permanentes en las células que filtran la sangre. Y cuando los riñones dejan de filtrar la sangre tan bien como deberían, se producen desequilibrios en la cantidad de líquido, hormonas, ácidos y sal en el organismo, explicó Kumar Sharma, director del Centro de Medicina de Precisión y Nefrología de la University of Texas Health de San Antonio. Esto provoca más inflamación y problemas cardiovasculares, y dificulta el control del azúcar en sangre.

Consumir frutas y verduras tiene beneficios para la saludFreepik

Mientras que los problemas de azúcar en la sangre a menudo comienzan este peligroso ciclo, indicó Parikh, el exceso de grasa corporal, la inflamación, el colesterol alto y otros factores de riesgo también pueden impulsar cambios que pueden conducir a enfermedades cardíacas o renales o diabetes con el tiempo.

Prevenir la progresión

Prevenir o controlar cualquiera de estos factores de riesgo puede ayudar a tratar o reducir el riesgo de diabetes, enfermedad renal o problemas cardíacos.

Durante tus chequeos anuales, el médico debe tomarte la presión arterial y puede pedirte análisis de sangre para medir los niveles de glucosa, colesterol y triglicéridos. El médico también puede evaluar la salud de los riñones midiendo las proteínas en la orina o la creatinina en la sangre. Otro análisis de sangre puede medir la proteína C reactiva, que puede indicar la presencia de inflamación, detalló Parikh.

Una vez que tengas una idea de tu estado de salud general, busca áreas en las que puedas empezar a hacer cambios significativos. Añadir más fibra, fruta y verdura a la dieta puede ayudar a regular el azúcar en sangre y reducir la presión arterial. Se ha demostrado que aumentar la masa muscular mediante el entrenamiento de fuerza ayuda a combatir la resistencia a la insulina. Y cualquier tipo de movimiento puede ser beneficioso para controlar el azúcar en sangre y la presión arterial. Los expertos recomiendan hacer 150 minutos de ejercicio a la semana.

“No pienses en todo o nada”, propuso Estrelita Dixon, especialista en medicina interna de UC Health en Cincinnati.

En algunos casos, es posible que necesites medicación para controlar la hiperglucemia, la tensión arterial o el colesterol alto. Cada vez hay más pruebas de que ciertos fármacos para la diabetes, incluidos los más recientes como Ozempic y los antiguos inhibidores de SGLT2, también pueden ayudar a controlar la enfermedad renal y cardiovascular.

Según los médicos, pueden ser enfermedades diferentes, pero abordar la diabetes, las cardiopatías y las enfermedades renales de forma holística puede ayudar a prevenir complicaciones graves en el futuro.

Por Knvul Sheikh

The New York Times

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