Primero fue el cuento Nada de todo eso, de Samanta Schweblin. Luego, el anhelo de la actriz María Merlino por convertirlo en obra de teatro. Después, la reunión de un equipo de trabajo encabezado por cuatro mujeres: Mirta Busnelli, la propia Merlino, Vanesa Maja y, como directora, Mariana Obersztern. Así se llegó al estreno de Ese bow-window no es americano, la versión escénica de ese relato sobre el vínculo de una madre y una hija, y el encuentro con la dueña de una casa en la que ingresan de un extraño modo. Las funciones son los sábados a las 20 y los domingos a las 18 en Dumont 4040 (Santos Dumont 4040).
—¿Cómo surgió y se concretó este proyecto?
OBERSZTERN: María maceraba hace ya un tiempo la idea de trabajar con este cuento. Nos encontramos, sin preverlo, en el velatorio de una persona que ambas queríamos mucho; un par de días después, María me llamó, me contó el plan y me propuso dirigirlo.
Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
MERLINO: Sí, hace seis años leí este cuento. Pensé en llevarlo al teatro. Lo iba a hacer con Diego Lerman, pero no era posible por sus compromisos con el cine. Entonces convoqué a Mariana, con quien ya habíamos trabajado en otras obras. También, yo ya había hablado con Mirta y habíamos quedado en que iba a ser mi mamá en la obra.
—¿Qué transformaciones hiciste, Mariana, respecto del texto teatral, que no es un texto teatral y requiere de una adaptación importante?
O: Nunca había hecho una adaptación escénica de un cuento ni de una novela. Quise respetar lo que traía el texto. Me atraía muchísimo una especie de sensorialidad latente: el lugar que en el cuento tienen los objetos, las materias, las superficies, la descripción minuciosa y exquisita de esas pequeñas cosas. Al leerlo por primera vez, tenía la sensación de que todo eso se me adelantaba o se me subía de plano, y decidí tomar o acentuar eso en la obra. Nunca pensé “voy a hacer una adaptación”; más bien pensaba en los cuerpos, en los elementos en escena, en cómo juntar ese mundo exquisito que arma Samanta con el espacio, el tiempo y el pulso escénico. Me quedé con los personajes, sus circunstancias interiores, las texturas de su decir.
—¿Qué dinámicas vinculares se establecen entre los personajes?, ¿qué se plantea específicamente en las relaciones entre madres e hijas?
MAJA: Mi personaje, por ejemplo, es una mujer que es la dueña de la casa donde irrumpen esta madre e hija. Es la dueña de algo que esta madre anhela, por ejemplo, o de una estabilidad aparente. Dueña de una aparente estabilidad en cuanto a lo formal, a lo concreto, a lo edilicio, a la estructura. La obra habla sobre esto que es tan fundante, tan primordial, tan primigenio. A muchos les va a resonar en este sentido: uno se puede identificar con esta hija o con esa madre. La obra no viene a bajar línea, sino a alumbrar una forma más de estar en relación, en ese vínculo tan estrecho, que tiene algo de lealtad.
MERLINO: Mi personaje, el de la hija, no es sumisa, está acompañando, sosteniendo, en este momento puntual, a la madre, pero tiene una vida aparte de eso. La madre evidentemente no ha sido fácil, pero la hija está ahí, no se mueve, y toma partido por su madre.
—Autora mujer; directora mujer; tres actrices mujeres. ¿Pasa algo en particular en esa reunión de mujeres en un proyecto?
O: Sí, absolutamente. El cuento original, además de estar escrito por una mujer, es una historia de mujeres, de vínculos que atañen a las mujeres. Se arma una triangulación de mujeres, queda una geometría al desnudo, un tendido eléctrico entre tres mujeres. En el trabajo, fue muy perceptible la presencia de mujeres: autora, actrices, personajes, directora, asistencia y producción, vestuarista. Se sentía todo el tiempo algo de leonas que cuidan el nido, de lealtad, de fuerza de equipo, una cuestión imprescindible en estos tiempos.
MAJA: Es fantástico ser un equipo de mujeres. Hay un músico, hay un cineasta y hay un iluminador, pero el núcleo duro de todas las que estamos en las funciones somos nosotras. Fue creo que una decisión a priori, digamos, para poder hablar del universo femenino entre mujeres. Es algo poderoso.
—¿Cómo se describirían entre ustedes?
BUSNELLI: Mariana es una directora excepcional que nos fue embrujando para que juntas fuéramos tejiendo los códigos y el lenguaje de este relato; va ahondando y bordando meticulosamente trabajo con mucha inteligencia, sensibilidad. Con María somos amigas, hemos estudiado juntas. María fue construyendo el proyecto en el que finalmente aquí estamos. Vanesa es una actriz enorme, María también; Mariana es una artista perturbadora, en el mejor sentido de la palabra, y pasional.
O: Las tres son muy power, cada una a su manera. En particular, trabajar con Mirta es un lujo, es de esas personas en quienes la edad no hizo sino agregar capas de inteligencia, de encanto, de humor. A veces le digo algo, alguna sugerencia, y me mira con esos ojos brillantes y lúcidos y yo pienso: “¿Por qué esta mujer, esta actriz genia, me presta atención?”. Me encantó el trabajo con Vanesa Maja, con quien nos conocíamos poco previamente: tiene algo magnético, una mezcla de fuerza y precisión.
—¿Cómo ven el panorama cultural actual, las instituciones culturales, los proyectos independientes?
B: Las instituciones culturales son vehículos para las expresiones de una comunidad y su cultura, y se proponen fomentar, divulgar, propiciar el desarrollo, sea de las artes, de las ciencias, los deportes, todo el quehacer humano que una comunidad produce. El Incaa, dicen que lo van a reestructurar, pero ya lo cerraron, echaron a 250 personas, y a las demás personas les dijeron que podían quedarse en su casa o ir a trabajar. Hay una decisión política que impide sentarse a hablar y a pensar qué es lo que se quiere hacer con los premios, los festivales de cine, de teatro, los espacios. Se compraron una serie de aviones que son muy caros. No creo que vaya a haber una guerra, pero lo que hay es una guerra interna, que cercena las posibilidades de la gente y no permite el saludable desarrollo de las personas en la comunidad. Están atacados el derecho al trabajo, el derecho a la comida y el derecho a la vivienda, la cultura, la salud, la educación.
O: Nuestro país está en un momento muy duro y doloroso; no sé cómo ayudarlo y me desespera. Algo que puedo hacer es intentar mantener vivas las tramas vinculares, insistir en eso. Que nadie nos convenza de que tenemos que salvarnos solos. No hay nada ahí.
—¿Cuál es la importancia del teatro siempre, y ahora?
MERLINO: Es muy reconfortante poder estrenar en esta época tan desoladora para todos y para todas las argentinas, con lo castigada que está la cultura en este momento. Me encanta que sea en el teatro independiente, gracias a dos personas generosas y amantes del teatro que financiaron la obra, que apostaron y son parte de este proyecto.
MAJA: Hacer teatro en todas las épocas es necesario, hacer teatro en esta época es más que necesario. Es una época terrible, horrible, siniestra, en la que se está arremetiendo contra todo, y muy en particular contra la cultura. Es doloroso, y hacer teatro es un acto de resistencia, de lucha, de combate. Nunca vamos a dejar de hacer teatro. Las personas no estamos para mercantilizar. Hay profundidad, hay belleza, hay poesía, y el arte y la cultura vienen a salvarnos de toda esa cosa mercantil.
O: El teatro es un activismo comunitario. Creo en eso, fervientemente.
B: El teatro es una fiesta llena de espejos. Actuar es necesario, vivir no es necesario.