La sensación inicial de amargura por una presa que se le escapó por muy poco; la certeza de que muy pronto volverá a tener otra gran chance: Alejandro Tosti peleó hasta el final y hasta llegó a liderar el certamen en los últimos hoyos de la vuelta final, pero concluyó segundo en el Texas Children’s Houston Open detrás del alemán Stephan Jaeger, que se impuso con un total de 268 (-12). El rosarino masticó bronca e incluso insultó al aire por los errores en ese fatídico hoyo 18 en el que dilapidó sus posiblidades, aunque exhibió un rendimiento extraordinario en apenas su duodécimo certamen en el PGA Tour. Más: fue capaz de aspirar seriamente a su primera consagración en la principal gira del mundo e igualó en el tablero con Scottie Scheffler, el N° 1 del mundo.
El saldo es definitivamente positivo, más allá de que perdió la chance de asegurarse la tarjeta por dos años, de embolsar un premio de 1.638.000 dólares y de acceder dentro de dos semanas al Masters, el sueño de cualquier golfista. Conviene quedarse con su declaración de principios en la cancha frente a los ojos de millones de personas en el mundo que lo siguieron por TV: alimentó su confianza en la elite y dio un avance gigantesco -otro más- en una carrera que, lejos de estancarse, superó incesantemente distintos niveles hasta ubicarse en la gira donde juegan los mejores. Con su ímpetu y ambición, nunca se frenó y se propone seguir apuntalando su crecimiento.
Un bogey en el hoyo 18 (par 4) del Memorial Park Club terminó postergando al jugador formado en el club Mitre de Pérez: una salida muy desviada a la derecha, un segundo tiro al borde del green, un chip que se fue demasiado largo y dos putts lo hicieron retroceder al segundo lugar, con una vuelta definitiva de 68 (-2), para quedar a apenas uno de Jaeger, que es el máximo ganador histórico en el Korn Ferry. Al margen del lamento, a sus 27 años revalidó la calidad que ya prometía desde sus primeros pasos en el amateurismo.
En el primer análisis de su actuación, Tosti rebobinó en su memoria y se ubicó al momento de pegar el segundo tiro del 18, después de un drive forzado a la derecha que lo descarriló. “Tuve un muy mal lie en el hoyo final. Pensé que iba a salir un poco más lenta, porque además la pelota estaba muy metida, pero salió rápida y se pasó por demás. Quise jugar inteligentemente y no salió, pero tuve un gran día”, mencionó Tosti, que gracias a su puesto de escolta avanzó 88 lugares en la FedEx Cup y ahora figura en el 93° puesto. Además, al compartir la línea con Scheffler -falló un corto putt para forzar un playoff-, Taylor Moore, Tony Finau y Thomas Detry, ganó un premio de US$ 553.735.
Lejos de angustiarse por un título que se le escurrió de las manos, el rosarino valoró su trabajo a lo largo de cuatro días. “Estoy súper feliz. Toda mi vida soñé con esto, tener esta oportunidad como la de este domingo. Por supuesto fue el primero y sé que voy a tener revancha y voy a estar en esta posición muchas veces. No creo que haya jugado tan bien por eso estoy muy contento con el resultado, sabiendo que todavía puedo jugar mejor”.
Así como Emiliano Grillo sorprendió a todos en 2015 al ganar en su primer año en el PGA Tour, Tosti enseña una impronta similar: la del desparpajo para jugar como en el patio de su casa, sin intimidarse con lo que lo rodea. De hecho, cuando tras la tercera vuelta le preguntaron sobre un supuesto pánico escénico de actuar en la mejor gira del mundo, el rosarino aseguró que le recorren las mismas sensaciones que cuando participaba en giras menores: al fin y al cabo, para él sigue siendo el mismo deporte y se enfrenta igualmente ante seres humanos. Tan simple y tan llano, para despejar fantasmas.
“Este domingo pegué los tiros que tenía que pegar. Fallé varios por la izquierda y eso es algo con lo que vengo trabajando, pero creo que esta semana mejoré. Fue genial estar definiendo, con todo ese marco de gente, estar en la pelea es para lo que luché toda mi vida y haber tenido la oportunidad de hacerlo ya en mi primera temporada no tiene precio”, comentó Tosti con una sonrisa, que mostró su temperamento al salvar el par en el hoyo 15 desde cinco metros y medio, lo que le permitió mantener sus chances intactas.
Tosti considera que el golf no es una ciencia, sino arte. Se entretiene visualizando tiros después de haberse formado en la corta cancha de Mitre de Pérez. “Es lo divertido del juego”, sostiene. Pero atención: no se considera un “fanático” del golf. Empezó en este deporte de manera lúdica: utilizaba la bochita del desodorante y apostaba con su hermano unos centavos de peso para ver quién la embocaba en el patio del desagüe trasero. A partir de los 8 años, solía tomar un viaje de una hora en ómnibus desde Rosario hasta el campo público más cercano, para practicar la mayoría de los días de semana con el aliento de sus padres.
Le encanta cocinar y apunta a las empanadas como su especialidad; hasta cocinó para familias anfitrionas en varias etapas de sus pasos iniciales en el profesionalismo. También se anima a cocinar comida asiática y a usar diferentes especias para acentuar los sabores. Se desvive por las milanesas de sus padres “al horno, solo con una buena ensalada o puré de papas”. Por influencia de su padre, ingeniero electrónico, no le importa ensuciarse las manos y se anima hasta reparar autos. “Me gusta desarmar cosas y descubrir qué está pasando, al menos intentarlo. Crecí viendo cómo mi papá desmontaba piezas”, comenta.
Hizo todo el recorrido correspondiente, al representar a la Argentina en torneos internacionales con la AAG, además de rozar más de una vez la victoria en el Latin America Amateur Championship. Se formó con los Florida Gators de la Universidad de Florida y, una vez egresado, trazó todo el camino en el profesionalismo: del PGA Tour Latinoamérica al Korn Ferry -donde penó con una suspensión por indisciplina- hasta su clasificación en agosto pasado para el PGA Tour, donde empezó a brillar.