Felicity Huffman reveló que “todavía está procesando” su vida después de haber pasado 11 días en prisión, luego de que se descubriera que había intentado que su hija sea admitida en la universidad con procedimientos ilegales. Además, reveló que luego de aquel suceso, ocurrido en 2019, le resulta muy difícil encontrar trabajo en la industria del entretenimiento.
“Cómo estoy es una pregunta algo capciosa. Mientras mis hijos y mi marido estén bien, me siento bien”, explicó la actriz en una entrevista publicada este martes por The Guardian. Luego, refiriéndose a su presente laboral, aseguró que perdió la posición de la que gozaba antes de que estallara el escándalo y ejemplificó: “Recientemente, hice un piloto para ABC que no fue aceptado y no va a realizarse. Ha sido difícil”.
Según informó Deadline, el piloto era un spin-off de Good Doctor que llevaba por título The Good Lawyer. Page Six, a su vez, indicó que la protagonista de Amas de casa desesperadas también protagonizó un piloto de una comedia de ABC en la que interpretó a la dueña de un equipo de béisbol de ligas menores, pero tampoco fue elegido.
Para resumir lo que comenzó a sentir cuando su nombre fue mencionado junto al de otras estrellas y personalidades estadounidenses en el escándalo de los sobornos a las universidades, Huffman señaló: “Es algo así como si tu antigua vida se acabara y vos murieras con ella”. Sin embargo, se mostró agradecida: “Tengo la suerte de tener una familia, amor y medios, así que tenía un lugar donde aterrizar”.
Huffman fue sentenciada a dos semanas de prisión después de haberse declarado culpable de pagar 15 mil dólares para que le acerquen el examen SAT (Scholastic Aptitude Test) a su hija, Sophia Grace Macy, en 2019. El SAT es un examen de acceso a las universidades de los Estados Unidos en el que se evalúa la preparación y el nivel académico de los aspirantes. Su máxima finalidad es medir la capacidad analítica y de la resolución de problemas. De acuerdo al puntaje, el estudiante puede ser o no aceptado por la casa de estudio.
La actriz fue acusada formalmente de conspiración para cometer fraude y cumplió su condena en la Institución Correccional Federal en Dublin, California. Además, se le ordenó pagar una multa de 30 mil dólares, completar 250 horas de servicio comunitario y realizar un año de libertad supervisada. Sophia, finalmente, rindió el examen por su cuenta y fue aceptada por la Universidad Carnegie Mellon en Pittsburgh, Pensilvania.
Además de su hija mayor, que actualmente tiene 23 años, Huffman y su esposo, William H. Macy, protagonista de Shameless, son padres de Georgia Grace, de 21.
Recién en diciembre de 2023, la actriz se refirió por primera vez a lo ocurrido. “La gente supone que entré en esto buscando una manera de engañar al sistema y haciendo proverbiales tratos criminales en callejones traseros, pero ese no fue el caso”, le aclaró a ABC7 Eyewitness News. Huffman explicó que confió ciegamente en William “Rick” Singer, un gestor especializado en preparación universitaria que fue quien ideó y llevo a cabo el plan. “Recomendaba programas y tutores. Él era el experto. Y después de un año, empezó a decir: ‘Tu hija no va a entrar a ninguna de las universidades que quiere’, y entonces le creí”, rememoró.
“Cuando poco a poco empezó a presentar el plan criminal, parecía que esa era mi única opción para darle un futuro a mi hija. En retrospectiva sé que está mal, pero en ese momento sentí que sería una mala madre si no lo hacía. Sentí que debía darla a mi hija la oportunidad de tener un futuro mejor… Lo que significaba que tenía que violar la ley”.
Ella no fue la única estrella que terminó tras las rejas luego de que estallara el escándalo. Su colega Lori Loughlin también fue sentenciada a dos meses de prisión por falsificar la participación de sus hijas en el equipo de remo de su escuela secundaria para obtener becas deportivas para la Universidad del Sur de California. La protagonista de Admiradora secreta también se declaró culpable. En su caso, debió pagar una multa de 150 mil dólares y realizar 100 horas de servicio comunitario. Su marido, el diseñador de moda Mossimo Giannulli, se llevó la peor parte: fue sentenciado a cinco meses de prisión, el pago de 250 mil dólares y 250 horas de trabajo para la comunidad.
LA NACION